Abandónate al destino y adáptate a las circunstancias, pues lo que está escrito no se borra porque tú quieras.
Omar Khayyam
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Era ella, la misma chica con la que había chocado hace unos días, la chica de la mirada perdida y los ojos más hermosos que había visto en mi vida, era ella.
Ella estaba aquí, en este hospital pero ahora no solo era una visita, era una interna, ella estaba enferma y algo en mi interior me decía que tenía que salvarla.
Cuando ella bajo la mirada, yo mire a las enfermeras con las que había estado hablando minutos antes para preguntarles por ella.
- ¿Quién es ella?
- Es la nueva, llego hoy, su historial dice que tiene anorexia purgativa pero no sabemos mucho después de eso, mañana le harán todas las evaluaciones para saber en qué estado se encuentra, pero por lo que veo, no debe estar muy bien.
- ¿Hace cuánto que esta sentad ahí? – pregunte dirigiendo mi mirada a la chica que seguía mirando a su plato directamente
- Esta ahí hace más de una hora, no ha probado ni un solo bocado de su comida, solo ha tomado un poco de su té y nada más.
- Debe de ser un caso difícil
- Si, debe serlo
- Y... ¿En qué habitación esta?
- En la 277
- ¿Está aislada?
- Si, los médicos determinaron que debía estar aislada porque se supone que ella tuvo contacto directo con otra paciente, Alicia Thompson y el doctor Michael quiere saber en qué magnitud ella estuvo influenciada por su amiga y como le afecto su muerte.
- Me parece comprensible, pero no creen que es algo difícil tenerla aislada el primer día en el que está aquí.
- Según lo que yo estoy viendo, yo creo que lo mejor es mantenerla aislada, ella es nueva, está sumamente delgada, quizá aún no está lista para estar con los demás.
- Quizá tengas razón – continúe mirando a la chica hasta que una enfermera le retiro el plato y la enfermera, Amelia, que estaba a mi lado fue con la chica para llevarla a su habitación.
Yo seguí a la chica con la mirada, se veía tan frágil, tan inocente, tenía que ayudarla como fuera.
Me fui a mi casa esa noche, mis pensamientos giraban en torno a esa chica, cada vez que cerraba los ojos aparecían ante mí los suyos, sus ojos grises y profundos, dormí pensando en ella y en como poder sacarla de las garras de la enfermedad.
Al día siguiente me levante muy temprano, tenía que ir al hospital antes de que fuera la supervisión diaria, quería estar presente cuando la pesaran y les hicieran las demás evaluaciones; yo aún era un practicante, tenía veinte años y estaba haciendo practicas académicas en ese hospital, pero nunca antes me había interesado tanto en una paciente, nunca antes había sentido esa necesidad de ayudarla, esa necesidad de salvarla.
Llegue al hospital justo a tiempo, entre a la sala donde se realizaban todos los exámenes y justo Amelia, la enfermera con la que había estado hablando la noche anterior, la trajo; ella estaba vestida con un pijama delgado y traía encima una bata muy gruesa con la que se calentaba, la enfermera que tomaba los exámenes le pidió que se quitara la bata y se subiera a la balanza de espaldas para medirla y pesarla.
Yo estuve atento a sus resultados y estos me alarmaron, medía 167 centímetros y pesaba 38 kilos, estaba muy cerca de que su vida estuviera en peligro, le sacaron sangre, le tomaron la presión y la temperatura, después la llevaron al comedor para desayunar.
Me sorprendió ver los resultados así que me dirigí a donde solía encontrarse el doctor Michael para pedirle un favor.
- Doctor – dije llamándolo
- Si, Lucas
- Quería hablar sobre su nueva paciente, hoy estuve presente mientras realizaban os estudios básicos y de verdad está muy enferma
- Si, ella es un caso bastante grave, estuve discutiéndolo con mis colegas y pensamos que lo mejor es colocarle una sonda, para evitar que pueda sufrir una disminución anormal en la frecuencia cardíaca y la presión arterial o que pueda comenzar con un grado grave de osteoporosis
- Le quería pedir un favor, quiero que me deje este caso, solo le pido dos semanas, quiero tratar de que ella coma y no necesite una sonda; ella aún no ha llegado a un punto crítico, su vida no está en riesgo, solo le pido dos semanas para tratar de ayudarla sin hacerle daño
- Mira, lo hablare con mis colegas y veré si hay la posibilidad de concederte las dos semanas que tu pides
- Gracias doctor, le aseguro que no le fallare
- Intercederé por ti pero no puedo prometerte nada
Me despedí del doctor y me dirigí rápidamente al comedor para verla; como el día de ayer, ella miraba atenta a su plato, todos los demás estaban en su mundo, tanto las enfermeras como los pacientes.
Me acerque a la mesa con una bandeja en mis manos, me senté al frente de ella y tome un pedazo de manzana y lo metí a mi boca, ella levanto la vista y me miro directamente a los ojos, sorprendida de que yo estuviera ahí sentado con ella
- Hola – le dije mirándola a los ojos como ella había hecho conmigo
- Hola – dijo algo fría y temerosa
- Tranquila, todo está bien; soy Lucas, soy un practicante del hospital
- ¿Por qué estás aquí?
- Aquí en el hospital... pues porque es uno de los mejores y más calificados
- No me refería al hospital sino a ¿Qué haces aquí sentado en mi mesa? ¿No deberías estar con los otros médicos o las enfermeras?
- Eso es lo normal pero quería venir a desayunar contigo – le dije sonriéndole
- Bueno ... - dijo indecisa
- ¿Está rico verdad?
- Pues ... no lose
- ¿No se te antoja probar un pequeño bocado?
- No, no quiero – me dijo poniéndose a la defensiva
- Está bien, no te insistiré más
- Gracias
Yo comía mi desayuno con muchas ganas y hambre, mientras que ella solo miraba su plato o me miraba comer; nos habían servido huevos revueltos con un jugo de papaya y una manzana picada.
Yo la miraba y me parecía hermosa, ella era diferente y no solo por estar enferma, sino por su forma de hablar, de expresarse y de comportarse.
Termine de comer y fui a buscar al doctor Michael para preguntarle si al final, yo podría tener el caso estas dos semanas, cuando por fin lo encontré, él me comunico que los demás médicos habían aceptado mi solicitud y que disponía de dos semanas para ayudar a la paciente.
Mi alegría era inigualable, estaba muy feliz, yo la salvaría, la ayudaría a volver a vivir.
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ALONE
ContoDuele fingir que todo esta bien Duele sentir que estás solo aun cuando hay personas a tu alrededor Duele mentir Duele sonreír En este mundo estamos acostumbrados a mantener las apariencias; nos enseñan a fingir sonrisas e intentar alcanzar la per...