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¿Cómo había llegado a ese punto en mi vida?

Ni yo lo sabía.

Música electrónica inundaba mis oídos. Mi mirada estaba perdida en la multitud de gente moviéndose, gritando y cantando. No sabía qué era lo que les gustaba de aquello, ni cómo se sentían, pero lo único que yo podía sentir en ese momento era el líquido frío remojar mis labios.
Llevaba como una hora sentado en un taburete del improvisado bar que había montado el pelirrojo en su casa. Todo era lujoso, caro y pretencioso. Como él.

–¡Eh! –un grito seguido de un golpe me sacó de mis ensoñaciones– ¡San! Ven.

El cuerpo de Wooyoung casi había sido escupido de entre la maraña de personas hasta llegar a mi lado.
Sus ojos brillaban y tenía una sonrisa radiante. Era la viva imagen de un adolescente. Feliz, ansioso y pasándolo bien.

En el instante en el que agarró mi muñeca e hizo que dejara mi bebida sobre la barra para meterme entre la gente, comencé a arrepentirme de haberle traído conmigo.
Parecía haberse olvidado de nuestro cometido, y ahora sólo le importaba bailar y disfrutar del alto volumen de "Bichiyal" de Bad Bunny.

–¡Oye! ¡Hemos venido a hacer algo! –grité, intentando hacerme oír por encima de la música sin éxito.

Su cuerpo botaba de forma perfecta con la melodía y sus manos cogieron mis antebrazos incitándome a bailar.
Pude ver pura adrelina en sus pupilas. No estaba borracho. Estaba feliz. Y quizá fue ese el motivo por el que me olvidé de todo y reí junto al chico rubio.
Esa noche bailé porque éramos jóvenes.
Esa noche canté porque ninguno de los dos deberíamos de estar ahí por un motivo en concreto.
Esa noche reí porque era necesario.

Reí porque nos iba a hacer falta.

***

Momentos antes

–Me queda grande –dijo mientras trataba de ajustarse las mangas de la camisa.

–Te queda bien.

Estábamos a punto de salir por la puerta en direccción a la fiesta, pero una vez estuvimos vestidos, nos miramos con cara de circunstancias.

–¿Sabes lo que va a pasar esta noche, no? ¿Sabes a lo que vamos?

–Sí, pero... yo no tendré que hacer nada, ¿no?

–No, por supuesto que no. Matarle es asunto mío. Tan solo... cúbreme las espaldas si necesito ayuda.

Los dos sabíamos lo que íbamos a hacer, pero pronunciar la palabra "matar" le daba realismo a la situación. Un realismo que asustaba.

Alargué la mano, dudoso, y la posé sobre su cabeza. Sus cortos rizos rubios eran tan suaves como aparentaban. Los revolví un poco y le dediqué media sonrisa un poco forzada.

–Vamos –susurré. Y al decir esa palabra, me sentí como si estuviera firmando mi propia sentencia.

***

Presente

La mano de Wooyoung sujetaba la cintura de la rubia del día anterior. Esa chica de voz aguda que se había sentado a su lado el día que nos invitaron a la fiesta.

"Joder, éste no pierde el tiempo" pensé.

Mentiría si dijera que no me lo estaba pasando como nunca, pero no bajaba la guardia, y mientras bailaba extasiado entre los cuerpos sudorosos de la gente, vigilaba a ese cabeza rojiza con un corte en la ceja.
Taeyong llevaba bailando y haciendo de anfitrión toda la noche, así que cuando noté un movimiento fuera de lugar me giré e intenté verle con mejor claridad. Pero ya no estaba.

INCIPIENTE - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora