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Choi San

–¿Dónde está tu amigo? Seguro que le contaste todo y eso es un poquito peligroso ¿no crees? Con razón me miraba así –Taeyong soltó el cuello de mi camiseta en cuanto dijo aquello. Se dio la vuelta y resopló, parecía exhausto– Es increíble que la tontería de tu hermano haya desembocado en esto.

Al oírle referirse a la muerte de mi hermano como una tontería, tensé los músculos. Desgraciadamente, no me podía mover ya que me encontraba metido en una especie de habitación, atado de pies y manos. Aquella estancia tenía paredes blancas, suelo y techo blancos. Todo blanco y ni un solo inmueble. Era una habitación muy grande, dividida en dos por unos barrotes de hierro. Cada minuto que pasaba allí creía volverme un poquito más loco, y sobre todo teniendo a Taeyong en frente.

–La tontería de mi hermano es el motivo por el que te voy a degollar, hijo de puta.

–Yo no maté a tu hermano.

–Tú lo provocaste.

–¡Era una tontería de niños, San! En todos los colegios del mundo hay bullying. No fue mi jodida culpa que tu hermano fuese tan blandito.

–Tan blandito... –susurré con rabia.

No recordaba qué había pasado antes de llegar a aquella habitación. Sólo sabía que Xiao, aquella chica, logró dejarme inconsciente cuando me golpeó con algo en la cabeza, y cuando desperté, estaba atado de pies y manos, sentado en el suelo de una habitación en exceso luminosa.

–¿Dónde me has traído? –dije conteniendo mi ira. Él me miraba con superioridad desde arriba, con las manos en los bolsillos.

–Se ve que no conoces bien todos los rincones de mi casa. Muy mal. Oh, y lo del papel donde ponía "perdedor"... como la primera acción hiriente que le hice a Yeonjun, muy ingenioso, sí.

Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando mencionó su nombre. Lágrimas de impotencia. Me las contuve y no lloré. Por supuesto que no lo iba a hacer, y menos delante de él.

–Pues verás, estás en un lugar de lujo. Siéntete afortunado. Sólo los más idiotas acaban aquí encerrados. Hay muchos problemas con los negocios de mi padre, ya sabes, chivatos, simples drogatas que acaban conociendo más información de la que deben... Todo aquel que presente un mínimo peligro para los negocios de mi padre acaba aquí. Por eso existe esta maravillosa suite de la que tú disfrutarás hasta que decida qué hacer contigo –sonrió en grande, y yo tuve más ganas que nunca de darle un puñetazo.

–¿Acaso a mí me importan tus negocios o los de tu padre?

–Que estés aquí por un motivo completamente distinto no te hace más inofensivo. Al fin y al cabo querías matarme.

Se produjo un silencio y una guerra de miradas. Un escalofrío recorrió mis brazos. Ese sitio era helador.

–Pórtate bien en lo que te traigo a alguien que te vigile. No me esperaba esta visita tan repentina por tu parte y no tengo a nadie. Ni siquiera mi padre se encuentra en la ciudad.

No me molesté en responder. Todo lo que salía por su boca era una sarta de tonterías y yo solo quería huir de ahí para avisar a Wooyoung de que iban a ir a por él. Sin duda, le buscarían.

Le observé caminar hacia la salida de espaldas a mí. Salió y cerró la puerta, que casi se camuflaba con las paredes. Una ventanita sin cristal se hallaba en la parte superior de esta. Miré a mi alrededor y me abrumé con tanta uniformidad blanca. La distribución era muy extraña porque todo ese espacio eran como dos habitaciones conectadas entre sí, pero separadas por unos barrotes de hierro que simulaban los de una cárcel.

INCIPIENTE - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora