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Choi San

Ella dormía impasible. Como si fuese la primera vez en su vida que descansaba realmente.

Observé la lámina de plástico en mi mano. Seguía sin poder creerme cómo esa tía podía haber sabido algo así. Parecía como que todo lo que me había estado diciendo hasta ahora estaba planeado para que yo me encontrase en este exacto punto con el trozo de plástico en mi mano. Eso que tenía en la mano era mi salida. Nuestra salida.

Con sigilo debido a que no quería despertarla, anduve casi de puntillas hasta la puerta, para asomar la cabeza por la ventanita posteriormente. El material del plástico era blando y flexible, con un lado algo pegajoso por haber estado adherido en la base del cartón de leche.
Alargué la mano y conseguí colocarlo sobre la pantalla de los numeritos. Se quedó pegado y sin imperfecciones sobre ella. Era tan fino que parecía que no había nada sobre la pantalla.
Admiré mi obra un rato más, asegurándome de que pasase totalmente desapercibido para cualquiera que fuese a meter el código desde fuera. Me alejé unos pasos, mordiéndome las uñas por el nerviosismo. Miré de nuevo a Bom, que seguía dormida, y aun así su sola presencia me inquietaba.

Aquel lugar era bastante fresco, pero empecé a tener calor así que me aireé con mi propia camiseta. Comenzaba a agobiarme y a pensar cosas raras. Ahora tendría que ver si mi plan surtiría efecto, aunque realmente no sabía si era mi plan o el de Bom, ya que me lo dejó en bandeja de plata.

"Tenemos que huir", yo no tenía ninguna esperanza y ella me convenció de que era posible. "Si es que te das por vencido sin intentarlo", me demostró que llegaba hasta la pantalla del código, porque sabía que eso serviría para huir. "Mira el brick", jodidamente quería que encontrase el puto plástico. "Eres un superficial", más pistas para encontrarlo. "Tengo hambre, y sed. Mucha sed", animándome para pedir algo de beber, aunque, ¿cómo sabía que iban a traer exactamente un brick de leche? "Ya no tengo sed" para que yo me quedara el brick y lo descubriese. Pero si ella ya había adivinado la manera de exacta de salir de ahí, ¿por qué no me la había dicho directamente? o ¿por qué no actuó ella por su cuenta? Eran cosas sin respuesta.

-¡Taeyong! ¡Necesito ir al baño! -esperé un rato- ¡Taeyong!

La pelimorada no se inmutó a pesar de mis gritos, cosa que me alegró. Prefería que durmiese y descansase, sin estar con el constante pensamiento de que iban a matarla. Al menos podía seguir durmiendo hasta que el plan surtiera efecto. Si es que lo hacía y podíamos salir de allí.
El llamado acudió poco después con una mueca de desagrado.

-¿Qué cojones quieres ahora?

-Necesito ir al baño.

-Me estás dando mucha guerra, ¿sabías? y ni siquiera he llamado todavía a tu mafia para negociar con tu vida -habló con naturalidad, como si fuese el pan de cada día.

Suspiró cansadamente mascullando algo y le observé meter el código. Casi me caía una gota de sudor por la frente mientras escrutaba sus ojos fijos en las cifras. Temía que notase algo irregular en la pantalla. ¿Y si no lo había mirado bien? Tenía que haberme fijado más.
La puerta se abrió y Taeyong entró. Casi suspiro de alivio, pero me contuve porque a sus ojos sería raro. Me agarró del brazo cuando avancé hasta él y me puso una cinta negra tapando mis ojos.

-¿Cómo está el rubito ese? -preguntó, conduciéndome por el lugar a ciegas- es un poco preocupante que sepa tanto sobre el tema y ande por ahí ilocalizable. ¿No te parece?

-Nadie ha dicho que yo le contase nada sobre ti. Tan solo era mi amigo.

Oí su risa sarcástica.

-Sí, ya... por eso me miraba mal... y por eso Xiao me contó que estabais los dos juntitos en una habitación de hotel amenazándola.

Me quedé sin palabras cuando dijo eso. No me gustaba que sacase el tema de Wooyoung. No cuando estaba tan arrepentido por tratarle mal y tan preocupado por su estado.

INCIPIENTE - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora