Jung Wooyoung
De un segundo a otro todo había cambiado. Tenía el fin pintado ante mis ojos en forma de hombres con uniformes rojos.
Apretaba los ojos con fuerza y me cubría las orejas con las manos, como si el hecho de no ser consciente de tu alrededor lo hiciese menos doloroso. Menos real. Aun así, los gritos y el fragor que se había apoderado del edificio lograba hacerse audible hasta mis oídos. No sabía cuándo iba a parar todo aquello, o si siquiera iba a parar. Ya no sabía quién seguía con vida y quién no, solo sentía muerte y peligrosas vidas. Disparos, pasos fuertes, resoplidos.
Abrí los ojos y salí de debajo de la mesa, viendo enseguida un séquito de cuerpos cubriendo el suelo. Decidí apartar la vista bruscamente y correr hacia otra parte, lejos de aquellos intrusos que nos apuntaban con sus fusiles. Lo peor de todo era no entender lo que estaba pasando, quiénes eran esos y qué les habíamos hecho. El motivo detrás de ese repentino ataque.
-¿¡Qué haces ahí parado!? -me gritó una voz.
Busqué con la mirada y vi a un John alarmado y sudado, con los ojos casi fuera de sus órbitas por la alteración. No tuve tiempo ni de reaccionar cuando sentí su agarre en mi codo, y noté que me arrastraba hasta quedarnos bajo el hueco de una escalera.
Vi siluetas rojas correr entre nosotros, subir a los pisos superiores, disparando sin vacilar a cabezas y corazones, siempre en puntos mortales. En esos instantes en los que John y yo lo único que hacíamos era sostenernos la mirada y confiar en que no aparecería el cañón de un fusil entre nuestras cejas, los disparos se detuvieron y el alboroto a su vez.
-¿Por qué... me has... ayudado? -acerté a susurrar confundido, cuando se hizo el silencio y los hombres bajaron sus fusiles, inspeccionando el lugar con la mirada.
-Somos una hermandad -fueron sus únicas palabras.
Habían muerto muchos de los nuestros, bañando con su sangre el suelo grisáceo. Y los restantes, nos habíamos quedado paralizados esperando una muerte que nunca llegó. Los asesinos de mis compañeros nos miraron estáticos, como si hubieran finalizado su trabajo con éxito. De pronto, uno de los del medio dio unos pasos al frente y miró hacia arriba, hacia el tercer piso, donde estaba asomado Song Mingi, con una mueca de horror.
Todo ocurrió demasiado breve y súbito como para ser verdad.
-Song Mingi, venimos de parte de Lee Donghyuck, aunque eso ya lo sabes -señaló el símbolo bordado en la tela de su uniforme- y queremos comunicarte que esto tan sólo es un aviso.
¿Un aviso? Murmullos se despertaron a mi alrededor y las voces protestantes se fueron alzando poco a poco. Entre los cuerpos pude identificar la cara de Park Jaebeom sumida en paz, con un agujero de bala en el pecho. También pude ver a alguien cuyo rostro ya no gozaba ni de las más simples características, e irónicamente le reconocí por su pulsera. Jooheon había caído. Ellos junto con tantos más.
-Queremos al asesino de Taeyong. Os damos una semana para entregarle, y ya estamos siendo considerados. Si no, teniendo en cuenta nuestra diferencia de armamento, poder y hombres, destruiremos vuestro... cuchitril. Así -chasqueó los dedos.
-Creo que quedó claro que Lee Taeyong murió por accidente, no tuvimos la culpa de nada, no hay orificios de bala en su cuerpo ni heridas ocasionadas por arma blanca... -habló Mingi en voz muy alta, enfurecido y nervioso. Aterrorizado a su vez por el fallecimiento de una gran parte de sus hombres.
-Nadie se cree esa tontería -respondió el que parecía el líder- vuestros hombres entraron a su casa y momentos después estaba muerto. Demasiada coincidencia. Envenenasteis los alimentos de la mesa y de esa manera provocasteis su muerte, pareciendo un accidente.
ESTÁS LEYENDO
INCIPIENTE - woosan
Fanfic"Tú nunca supiste lo que era tener a ese idiota al lado. Lo que era que te sonriese cada tres segundos, sin importar qué. Esos ojos de cachorrito que encerraban la actitud de una fiera. Ese cabrón de rizos rubios". -Finalizada.