11

2.1K 333 71
                                    

Abrí despacio mis ojos cuando la luz del día comenzó a filtrarse por la ventana.
El tufo a sexo desenfrenado inundó mis fosas nasales y me incorporé de golpe, mirando el desastre de la habitación y el bulto enrrollado en sábanas que se hallaba a mi lado.
Estaba confuso, por un momento no quería creerme lo que había pasado, pero poco a poco recordé todos y cada uno de los detalles.
Me froté la cara con ambas manos, ¿cómo había sido capaz de hacer eso? Centré la mirada en el cuerpo tapado que yacía a mi lado, durmiendo tranquilamente.

Alargué una mano temblorosa hacia el borde de la sábana y lo destapé ligeramente, rozando su hombro en el acto.
Me encontré con una escena que no me esperaba y que me hizo sentir mal. Había varios moretones de tonos violáceos esparcidos por su pecho y cuello.
Su primera vez había sido conmigo. Me sentí culpable por perturbar a aquel inocente chico de dieciocho años.
Su cuerpo se removió y su ceño se frunció ligeramente aún dormido. Parecía más indefenso que de costumbre y temí que fuese igual de confiado con todo el mundo.

Me levanté dándome aire con las manos, pues estaba acalorado, y me metí en la ducha.
Era la primera vez que tenía relaciones con un hombre, y quisiera o no, eso también me perturbaba a mí. Nunca antes había pensado de otra forma en cuanto a mi mismo género y ni siquiera lo había valorado como una opción, pero a la vez sabía que me gustaban las mujeres, así que, ¿solamente había sido un desliz? ¿Una confusión?
Bajo el frío agua de la ducha, llegué a la conclusión de que realmente no existía ningún tipo de atracción entre los dos, y que todo era producto de la estresante situación a la que estábamos sometidos.
Estaba completamente seguro de que ninguno de los dos nos veíamos como algo más que socios. Tan sólo es que necesitábamos desahogarnos y liberar estrés.

Cerré el agua y observé arañazos en mis antebrazos. Recordé sucesos de anoche y tragué saliva. Se notaba que Wooyoung era muy inexperto, pero ese niño era una fiera.
Me enrollé una toalla en la cintura y salí de la estancia. Para mi sorpresa, un cuerpo se me echó encima nada más abrir la puerta del baño.

–¿Qué haces? –pregunté a un adormilado Wooyoung. Éste afianzó su abrazo y posó su barbilla sobre mi hombro.

Mantenía los ojos cerrados, medio dormido, aún con el pelo revuelto y tan sólo unos vaqueros desabrochados puestos. Me deshice de su agarre y le empujé dentro del cuarto de baño para que se diera una ducha. El rubio estaba tan dormido que se dio con el lavabo cuando le empujé al interior.

–¡Ay! Joder.

–¿Qué te pasa? –me burlé– ¡Espabila!

–Que sepas que el hecho de que ahora mismo me caiga de sueño es culpa tuya. No me has dejado dormir en toda la... –dijo con voz ronca, pero no le dejé terminar porque le cerré la puerta en la cara para que se duchara de una vez. La verdad era que no quería que terminase la oración porque me avergonzaba en exceso lo que habíamos hecho.

"Este niño..." pensé "como si él hubiese querido dormir anoche".
Quité las sábanas de la cama y las dejé en el suelo para que el servicio de limpieza se encargara de ellas. Me senté en el colchón, ahora mucho más despejado y claro de pensamientos.
Me estaba desviando de mi objetivo cada vez más, y eso no podía permitirlo. Mordí mis uñas mientras pensaba nervioso la mejor manera de vengarme.
Perfectamente podía coger e ir a su casa para matar a Taeyong con mis propias manos. Una de mis grandes fantasías era sentir su cuello contraerse entre mis dedos en un intento por respirar, mientras agonizaba y miraba mis pupilas con arrepentimiento. Entrelacé mis manos y las apreté al imaginarme tal escena. Me estaba volviendo un jodido psicópata y quería acabar con todo esto ya, pero la carga extra que se me había sumado llamada Jung Wooyoung no ayudaba en nada. Vale que quizás algunas veces me había servido de algo pero, ¿realmente quería arriesgarme a tenerlo a mi lado? No lo sabía, aunque desde luego tener a alguien en tu bando siempre reconforta.
Tenía pocas opciones, y debía escoger con cuidado.

–¡Wooyoung!

Hacía un rato que el agua había dejado de sonar, así que ya debería de estar listo.
Efectivamente, segundos después apareció con las puntas del pelo goteando sobre sus hombros.

–Dime.

Le miré, pero tuve que apartar mis ojos de los suyos, pues una vergüenza enorme me invadió. Y es que no podía mirarlo sin recordar cosas de anoche.

–Vístete por favor –le dije, a pesar de que tan solo llevaba el torso al descubierto.

–¿Ahora te vas a hacer el puritano? –dijo con una risita, pero me hizo caso y se puso una camiseta que sacó de mi maleta.

Me mordí el labio y crucé los dedos para que toda esta mierda saliese bien.

–Te voy a presentar a alguien, rubio.

–¿Ah, sí? ¿A quién? –se dejó caer a mi lado, rebotando en el colchón.

Entre nosotros había una distancia de más o menos un metro. Dudaba que pudiésemos volver a estar cómodos juntos después de lo ocurrido.

–A un amigo. Te aviso de que puede resultarte un poco peculiar pero... es buena gente.

–¿Sabe lo que quieres hacer?

–Claro. Hay muchos factores sorpresa en esta pequeña aventura que desconoces. He planificado esto más de lo que piensas.

–Bueno, Sherlock. ¿Y cómo te va a ayudar él?

–Cómo nos va a ayudar –corregí en plural.

Él esbozó una pequeña sonrisa.

–Lo irás viendo. Cada cosa a su tiempo –respondí.

Cogí mi móvil y pasé rápido por la lista de contactos, no dudando en dar a llamar a uno de ellos. Me llevé el móvil a la oreja mordiéndome el labio inferior con nerviosismo.

–¿Hola? –oí al otro lado de la línea una inconfundible voz.

–Hoseok, necesito tu ayuda.

INCIPIENTE - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora