CHISPA

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Me removí incómodo en el transparente tejido negro de la camisa. Era de cuello alto cerrado por una cremallera en la que con letras rojas estaba escrita la marca: "Rubén Galarreta". A través de ella, todo mi torso era visible, cosa que me hacía sentir demasiado desnudo. Llevaba unos pantalones negros rotos en la rodilla, junto con unas Dr Martens desabrochadas. Observé mejor mi reflejo y no me convenció, mi pelo negro iba engominado hacia atrás, con un pelo rebelde que se colaba en mi rostro, y unas gafas de sol Giorgio Armani sujetas en el puente bajo de mi nariz.

-Todo un mafioso -rió Wooyoung.

Alcé una ceja con desdén, dispuesto a burlarme de él como contraataque, pero en cuanto me giré y le vi se me cortó la respiración. Su pelo rubio también estaba peinado hacia atrás, y sus atrayentes facciones más a la vista que nunca. Portaba una camiseta de terciopelo negra pegada completamente a su cuerpo, de manga corta. En el medio estaba bordado con hilo plateado la palabra "Dior". Y el cuello alto le estilizaba los hombros, rozándole la mandíbula.

Jodidamente se me había olvidado hasta cómo hablar, así que aparté la vista avergonzado, como si me hubieran pillado haciendo algo ilegal.

-Wow -salió de sus labios, y me recorrió rápido con los ojos- nunca te había visto vestido así.

-La verdad es que me siento ridículo.

-Pues ojalá quieras sentirte ridículo más veces -dijo descarado, con una risita al final.

Puse los ojos en blanco con gracia, y respiré hondo, afrontando que no íbamos a quedarnos en su habitación jugando a los modelos.

-¿Vamos? -pregunté, con la voz algo más apagada.

-Vamos -afirmó, asintiendo sin convicción.

Salimos, él andando por delante de mí. No quería pensar en lo que estaba por suceder y en todo lo que podría pasar una vez el coche fuera puesto en marcha, por lo que me centré en la vista que me proporcionaba su cuerpo por detrás.

Me mordí el labio inferior, bendiciendo en silencio los pantalones vaqueros que moldeaban sus muslos, y lo que no eran sus muslos. Me di una bofetada mental. "Estás trabajando, San" me reñí a mí mismo.

Pasamos por la sala principal, entre las miradas de la gente, las cuales se clavaban en nuestras nucas y no nos soltaban. Algunas de confianza, otras de apoyo, ninguna negativa. Todo el mundo nos deseaba éxito en nuestra misión, porque podríamos tener distintas relaciones y personalidades, pero a la hora de la verdad, sólo nos teníamos a nosotros.

Hoseok asintió en nuestra dirección a modo de despedida, e igual lo hizo Song Mingi. Deseos de buena suerte y ánimos fueron dedicados por parte de Minho, John, e incluso Seonghwa y sus amigos. Era gracioso cómo todo quedaba atrás en los momentos duros. Todos ellos hablando por los muertos en los anteriores días, completando el silencio de aquellos que habían dejado huella.

-Bueno, chicos, ya sabéis. Sólo tenéis que llegar, hacer como que sois unos jóvenes normales que van en representación de su organización, y descubrir cuál es la sala donde hacen negocios y cuánta gente tiene -nos recordó Mingi.

-Nos lo sabemos de memoria -dijo el rubio.

Con una última mirada de aprecio y compañerismo, bajamos las escaleras que conducían al aparcamiento subterráneo del edificio. El cambio en el ambiente fue notorio. Ahora lo único audible eran nuestras pisadas, y ese extraño silencio me recordó a la chica de la piruleta, incidente el cual me había guardado para mí. El suelo delimitado por rectángulos llenos de autos nos dio la bienvenida, y nos dirigimos al negro mate. Di una palmada en el techo como saludo a mi querido coche, y nos metimos sin vacilar y sin decir palabra.

INCIPIENTE - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora