Tormenta

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NARRADOR

Habían pasado tres días del accidente y la salud de ambos había mejorado poco a poco. Julieta ya había sido dado de alta y Rogelio se quedaría al menos otras tres semanas para su total recuperación.

Entre Leobardo y Laura cuidaban del doctor y Samuel de su tía Julieta, y en momentos cambian de turno para cuidar de ellos

-¿Cómo te encuentras Julieta-  Ahora era el turno de Leobardo cuidar de ella

Julieta: Hola Leo, ya estoy mejor

Leobardo: Me da mucho gusto ¿Se te ofrece algo?

Julieta: Sí ¿Puedes cantar conmigo? Extraño mucho mis clases de música

Leobardo: ¡Claro! ¿Cuál quieres?

Julieta: ¿Me acompañas con la guitarra?

Leobardo: Perfecto...

Hay una tormenta

Que no se nota desde afuera

Sé que por dentro estás en guerra

Aunque en las fotos no se ve

Si hay una manera

De apagar todos tus miedos

Voy a buscarla aunque me duela

Borrando la tristeza

Julieta transmitía todo el sentimiento y Leobardo fue capaz de sentirlo

Por otra parte, Samuel se fue a visitar a Rogelio y ver si algo se le ofrecía

Rogelio: Hola Sam, ahora vienes tú

Samuel: Hola, si, espero y no te moleste

Rogelio: No, para nada Sam y creo que por tu mirada tienes dudas ¿De qué trata?

Samuel: Perdón, se que a lo mejor te vas a sentir incómodo, pero ¿Qué pasó con mi tía Julieta y tú antes?

SAMUEL

-Toma asiento, es una larga historia- no podía creer que Rogelio me fuera a contar todo, pero era algo que necesitaba escuchar

Rogelio: Cuando llegue a este pueblo tenía 20 años y aún estudiaba para doctor, moría de miedo pues al fin me enfrentaría a cosas reales; justo cuando recién me instalaba llegó una persona a buscarme diciéndome que me necesitaba en la hacienda por lo que tome todo lo que ocuparía y me fui con ellos. Llegué a la hacienda y todo había pasado en los viñedos; la hija de don Julián Castillo había sido mordida por una víbora de cascabel por lo que actúe de inmediato. La trasladamos al centro médico que teníamos ahí y se quedó unos tres días en dónde yo la cuidaba

Samuel: ¿Era mi tía Julieta?

Rogelio: Sí, era ella y desde que la vi se me hizo una niña demasiada bella; ella tenía quince años por lo cual era imposible andar. Después ella comenzó ayudarme en el centro médico por un año

Samuel: ¿Fue ahí donde se enamoraron?

Rogelio: Ella estaba por cumplir dieciséis años y yo veintiuno, ocultamos nuestro romance hasta que Blanca nos descubrió

Samuel: ¿Qué hizo mi tia Blanca?

Rogelio: Fue a decirle a don Julián y tú abuelo me amenazó con matarme si no me alejaba de ella, justo antes de hablar con ella todo esto se enteró con mis superiores y me tuve que ir de aquí, ella pensó que yo la había dejado sin ninguna explicación

Samuel: ¿Cuándo volviste?

Rogelio: Justo cuando tú y Julieta regresaron

Samuel: ¿Fue ahí cuando platicaron todo?

Rogelio: Tú más que nadie sabes cómo es tu tía Julieta, batallé bastante para que me escuchará y dejando todo en claro lo volvimos a intentar, espero y no tengas problemas con que yo ande con Julieta y...

Samuel: No, claro que no y al contrario, sabes que cuentas con mi apoyo...

LEOBARDO

No hay un corazón

Que te amé más que yo

Gracias a Dios

Que estamos los dos

Y amarte en la guerra

Bajo las estrellas de amor

Yo quiero ser como tú

Era fan de ella justo en este momento, tenía un talento oculto que ahora amaba y surgió en mí la necesidad de estar con ella compartiendo estos momentos

-¿Qué hacen?- entró Blanca para interrumpir nuestro momento

Julieta: Estamos cantando ¿Pasa algo?

Blanca: ¿Podemos platicar?

Leobardo: Iré por un vaso para tus pastillas, ahorita regreso

Salí y bajé hacia la cocina donde estaba Laura muy, pero muy pensativa

Leobardo: ¿Estás bien?

Laura: No, hablé con Abdiel

Leobardo: ¿Y qué pasó?

Laura: ¿Tienes tiempo?

Leobardo: Deja le voy a dejar este vaso a Julieta y vengo va

Subí los más pronto posible y justo antes de que tocara escuché que estaban discutiendo por lo que no quise interrumpir pero, antes de irme escuché lo que no me hubiese gustado escuchar

Julieta: ¡Necesito saberlo!

Blanca: ¡¿Para qué?!

Julieta: ¡Porque es nuestro hijo! ¡Por eso! ¿Qué hicieron con el?

Blanca: ¡No sé! ¡Nuestro papá se encargó de eso!

Julieta: ¿Dónde está mi hijo maldita sea?

Solo salí de ahí y bajé a la cocina, ahora yo soy quién era interrogado por Laura; poco me importo su pregunta y decidí hablarle a Samuel para contarle todo.


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