Estoy aquí...

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 SAMUEL
La verdad me había sentido demasiado bien ahora que sabía que tenía a mi familia para mí, no mentía al saber que la vida me esperaba para continuar y la incertidumbre de saber si podía o no, pero tenía que enfrentarlo y es lo que haría.

El plazo se había cumplido y justo hoy salía del hospital; me aliste y esperé a que fueran por mi ya que Abdiel sería el encargado de eso.

Abdiel: ¿Listo?

Samuel: No, la verdad, pero vamos a darle

Abdiel: Se que todos esperan el momento de entregarte los recuerdos, pero quiero que este sea solamente de nosotros dos

Samuel: ¿Quiénes son?

Abdiel: Tú, yo, mi mamá y tú mamá

Samuel: ¿Ella es mi mamá? Es demasiada bonita

Abdiel: Y vaya que lo era, jamás dudes que ella te amo hasta el último momento

Samuel: ¿Qué tiene de especial está foto?

Abdiel: Es extraño ya que éramos pequeños y un niño a esa edad no tiene tantos recuerdos, pero yo... ese es uno de mis favoritos

Samuel: ¿Qué pasó? Quiero escuchar cada detalle

Abdiel: A veces creo que nacimos peleando y así íbamos a estar toda la vida; recuerdo que tú tenías un tren de madera que mi tía te había comprado, yo lo deseaba pues se me hacía bonito; te lo pedí prestado, pero no quisiste y entonces me enojé, tome tu tren y lo deje caer desde el segundo piso

Samuel: Oye, que grosero

Abdiel: Tu no me lo querías prestar; bueno entonces tú mamá nos dio una regañada horrible, a ti por no dejarme jugar con tu tren y a mi por destruírtelo

Samuel: Fue injusto ya que yo no merecía ser regañado

Abdiel: Ay ajá, recuerdo que nuestro abuelo al ver la situación nos juntó una tarde y toda esa tarde estuvimos construyendo un tren para cada quien, este es el mío y este es el tuyo

Sentí demasiado hermoso al ver ese juguete que alguna vez construimos juntos, pero más que a pesar de los problemas que siempre tuvimos lo haya guardado como un recuerdo de los dos. Simplemente lo abracé y dejé caer un pequeña lágrima, sí solo esto había sido el inicio no me quiero imaginar qué será ahora que esté en la hacienda

NARRADOR

La llegada a la hacienda fue todo un laberinto, Samuel parecía niño de tres años conociendo todo de nuevo y Abdiel aquella madre abnegada que tenía la tranquilidad para explicarle. Cuando llegaron a la hacienda Samuel se sintió extraño al saber que su casa más bien era una mansión y lo peor es que él era uno de los dueños de todo eso

Abdiel: ¿Todo bien?

Samuel: ¿Seguro que aquí vivo? ¿Y si es una broma?

Abdiel: Por dios, no seas loco y entra

Al momento de entrar sintió un silencio absoluto por lo que dudo que alguien estuviera ahí, pero eso cambió cuando llegaron a la sala y vio a todos los suyos ahí

-Bienvenido- fue lo que gritaron todos al mismo tiempo mientras aventaban confeti y serpentinas en él

Samuel: En verdad muchas gracias, me siento extraño, pero creo que es normal ¿No?

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