¿Yoo Kihyun?

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¿Todos tenemos secretos?
Día seis.

Un chico de cabellos largos, negros, olorosos a miel de abeja y nueces, transitaba una angosta calle en Seúl, acompañado de la luz de la luna y del frío escandaloso, las rupestres paredes a su alrededor yacían pintadas de un pálido y rosa, rojo y azul, colores que combinaban con los grandes edificios y las luces que emitían estos.

Lee Minhyuk iba con la vista gacha y las manos dentro de los bolsillos, debatiendo consigo mismo esos problemas que muchas veces desconsolaban a su alma. Su mirada no hacía más que topar con ese cemento y la acera, pateando piedras de un modo nada tranquilo, evadiendo cada piedra como los problemas en su alma.

Extrañamente, el alma de aquel joven parecía estar de luto, su bonita vibra yacía apagada y el fulgurante que alguna vez hubo en su mirada se apagó.

Desde hace exactamente siete días, Lee Minhyuk era otro, sus aspiraciones y metas estaban bajo suelo, sus sueños y pasiones habían desaparecido.

¿Alguien podría adivinar al causante?

Jung Shiwoo, ese adorable y estúpido rojito, era el motivo de su desdicha.

No sólo la atención se le había robado, no sólo el cariño estaba desapareciendo, no solamente Shiwoo se estaba robando cosas materiales si no, ese lugar importante que muchas veces tenemos en nuestra familia.

Ja, Minhyuk podría apostarlo; podría desaparecer en ese mismo momento y su madre no lo notaría.

"Minhyuk se estaba volviendo un fantasma, un ente, un pálido ser a quien nadie le interesaba".

Sus días en aquella tierra parecían estar terminados, parecía terminarse la luz para Lee Minhyuk, parecía como.. Como si toda su familia hubiese encontrado un lindo remplazo, alguien quien lo tomó y lo arrojó para quedarse en su sitio.

Básicamente, Jung Shiwoo había tomado el lugar entre sus hermanos, entre sus padres, entre su abuela, entre sus pocos amigos, en su vida.

El jóven pálido y delgado suspiro, tomando luego, una bocanada de aire para prepararse a sí mismo, entrando a un pequeño local por el que salía un exquisito olor a café y libros nuevos.

Al entrar en aquella pequeña biblioteca-cafetería, sus pies le llevaron al fondo de las tantas estanterías, buscando entre ellas cualquier cosa para leer; algo de misterio, fantasía u amor, algo que pudiese distraer su frágil mente.

- Un capuchino sabor moka, por favor.

Pidió a un empleado del lugar, casi susurrando para no molestar a las personas que en distintas mesas leían.

Aquel empleado asintió, tomando la orden y escabulléndose por allí, llevando el último pedido quizá de aquella noche.

"Caballo de Troya, J. J. Benítez."

Leyó el azabache, cogiendo aquel libro con una ladina y bonita sonrisa, una que se le robó porque las pocas letras escritas en la parte trasera de aquel libro llamaron su completa atención.

Así fue como el chico tomó asiento, delante de un gran ventanal de cortinas largas, el cual abrió para encontrarse con esa misma luna. El tiempo logro pasar de manera lenta, suave, paso a paso.

Min "desperdiciaba" su tiempo pasando las hojas de aquel libro, su interés estaba a tope y sus sentimientos estaban tranquilos, leer era una bonita manera de imaginar, de adquirir palabras para crear su propia historia, sin embargo, el sonido que provenía de su teléfono celular le alertó a marcharse.

"Mamá".

El jovencito Lee era dramático y desobediente por profesión, ello llevo a que pasará otra hoja, llenando su vista de párrafos y párrafos, sorbiendo de un popote para que el dulce y amargo sabor de su bebida llegará a sus papilas gustativas.

- Entonces él le respondió..

Cuchicheó Min, dejando la frase a medias cuando otra llamada entro; un tono tan fuerte y irritante que su buen humor culminó, decidiendo pedir el libro o volver en otra ocasión debido a que no se encontraba el dueño del sitio.

- Esto es el colmo, magnífico. -Soltó el chico entre dientes, colocando el libro en su sitio de un modo extraño e incómodo, colocándose de puntillas al no alcanzar esas altas estanterías.-

- Primera vez que quiero hacer algo y mamá lo arruina, esto es suficiente, ya no aguanto. -Minhyuk volvió a quejarse, ante dos miradas raras sobre él.-

Si, ciertamente Minhyuk era un chico raro, hablador y sonriente, el cual solía hablar consigo mismo en voz alta cuando no tenía con quién hacerlo, el cual era un pequeño loco la mayoría del tiempo.

Minhyuk era sencillamente Minhyuk, alguien especial y único, alguien a quien no le importaba mostrar esa rareza, alguien que haría de su vida lo que le entrará en gana, alguien desobediente y malote, tan malo que se distrajo antes de marcharse en una estantería.

La sección de noticias parecía llevar años sin la visita de nadie, el polvo brotaba de los tantos periódicos y unas cuantas telarañas colgaban de estos, algo que no notó el de cabellos apagados, pues de haberlo hecho, jamás se hubiera atrevido a meter ambas manos.

"Asesinatos.. Desapariciones.. Injusticias.."

Leyó, detallando con sus brillantes ojos nombres y nombres en aquel papel grisáceo, letras y letras sin sentido, no obstante, su corazón se detuvo y su piel se heló al reconocer a un chico dentro de esas bolas de papeles y papeles.

- ¿Yoo Kihyun...?

Musitó, atónito.

- Yoo Kihyun, el chico que esta mañana fue encontrado par..

Minhyuk quedó mudo a falta de letras, pues el periódico parecía haber sido cortado a la mitad. El resto de la nota estaba en desaparición, pero el nombre y la fotografía no engañaban a cualquiera.

Yoo Kihyun, un chico de finos rasgos, tez pálida, ojos pequeños y inconfundible conflexión.

Minhyuk lució blanco, pálido como vela.

¿Qué hacía una fotografía de Jung Shiwoo en el periódico?

Y lo más importante, ¿Por qué en lugar de su nombre estaba "Yoo Kihyun"?

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