Confusión

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Actualidad, una semana después.

Fiasco, la vida parecía ser un verdadero fiasco, Minhyuk llevaba exactamente un mes viviendo con un pelirrojo insoportable y tonto, mismo que se había adueñado de la facultad y de su vida, -literalmente-, pues hace un mes sus pequeños hermanos no jugaban con él, su abuela y él no paseaban, sus padres yacían "ocupados" y sus primas habían decidido botarlo como vil basura; y como si no fuera suficiente, Minhyuk se sentía exhausto consigo mismo como para compartir sus problemas con alguien más, se sentía tan apagado que había decidido pasar en soledad los últimos días.

- ¡Hey! ¡Minhyuk!

Sus ojos localizaron al causante de la voz, sólo para recibir un insulto por medio del dedo medio, cosa que devolvió a un imbécil de tercer grado que ni siquiera conocía.

- Vete a la mierda, muñequita.

- Mark, por favor. -Jackson emitió, acercándose a Min para simular ayudarlo, sin embargo y más bien, dos libros fueron botados contra el suelo, provocando que media clase riera.

- Eres una mierda, Wang. -Respondió Minhyuk, provocando que el mencionado jalara esos cabellos negros, cosa que claramente Lee Minhyuk no soporto.

- ¿Qué dices a eso, muñequita?

Lee Minhyuk no lo soporto, estaba harto, estaba cansado, estaba aburrido con situaciones como esas de vez en cuando, así que antes de que Lee Hoseok pudiera hacer algo por él, Minhyuk lo hizo por sí mismo, lanzando un golpe que lo llevaría a la dirección.

- Nunca vuelvas a tocarme ¿Comprendes?

Esa se había convertido en la razón suficiente para vetarlo de por vida, la escuela, sus amigos, su familia, su mundo, su todo estaba acabado.
La única reconciliación podía encontrarla en sus pinturas, en sus dibujos, en las canciones que escuchaba por radio y fácilmente curaban su blando corazón.

El único ánimo lo podría obtener en Lee Hoseok, pero, sin embargo, anhelaba ser egoísta, estar solo y combatir sus problemas por si solo, si iba a morir... Prefería hacerlo solo, pues esa era su vida últimamente; estar solo.

Las mañanas parecían ser tediosas esos días calientes que apenas comenzaban en Seúl, cosa que le provocaba sentirse aún más mal, hundirse en sus miserias día con noche y querer dejarlo todo, los atardeceres parecían haber perdido su sentido y el mundo brillante que construyó estaba en un cesto de basura, en cambio, aquella tarde que oscurecia pronto tomó otro sentido, otra razón sólo con una llamada.

- ¿Hola? -Sujetó el teléfono con su hombro izquierdo, cogiendo en manos docenas de libros que ocupaba para sus estudios cotidianamente. - ¿Minhyuk...? ¿M-me recuerdas?

¿Cómo olvidar a la persona que pudo ayudarlo y darle respuestas?

- Señor Park, claro... Yo...

- Minhyuk, necesitamos de tu ayuda... ¿Puedes asistir al hospital Kangbuk? Habitación 4010 - D.

Sus grandes perlas lucieron igual de impactadas que su blando corazón; ¿Hospital? ¿Por qué debía precisamente acudir allí?

¿Algo había pasado? ¿Su familia estaba bien? ¿Qué mierda sucedía?

Todas las respuestas que buscó con intriga y desesperación se le fueron dadas una vez pisó aquel gran hospital; personas en bata blanca, enfermeras llenas de sangre, pacientes muriendo y una que otra persona que se aferraba a la vida con anhelo. Minhyuk suspiró, balanceando los pies de adelante hacia atrás, sentado en la bonita sala de espera que servía como consuelo a la muerte.

- Hola... ¿Está bien...?

Decidió romper el hielo para combatir sus nervios, sin embargo, la mujer de su lado negó, echándose a llorar como si le pagarán por ello.

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