Un recuerdo claro de un personaje borroso.

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Flashback

Duras pisadas eran pintadas contra la grisácea acera, charcos inundados de lodo y rocas pequeñas traspasaban sus pies, llevó sus heladas manos a sus cabellos, alejando la mierda de sentimiento que traía presente.

Su mente vagaba de vez en cuando, en los recuerdos que le hacían sentirse así y en el objetivo que conllevaba su plan de hoy.

Las pisadas se hicieron aún más fuertes y sonoras al dar una vuelta por un transcurrido callejón, personas iban y venían, escuchando muchas de ellas un par de auriculares, dejándose llevar por el sonido de canciones que cesaban sus almas.

Fue exactamente la última vuelta que dió, pues frente a él, el colorido letrero de verdes y azules se hizo presente, una enorme cartelera que tenía pintada la palabra: biblioteca.

Bajo una neblina de fondo y una llovizna que apenas y podía sentirse, un desconocido dejo las calles atrás para ingresar al sitio, sacudiendo su ropa conforme caminaba buscando personas a su paso.

- Buenas noches.

- Buenas noches —respondió con la más falsa y certera alegría, mirando un par de ojos color miel posarse frente a los suyos— ¿Puedo ayudarle en algo?

- Busco al señor Khaw Park ¿Cree qué pueda hablar con él? ¿Dónde está?

- ¡Oh, claro! Es mi esposo, salió un momento a buscar las llaves para cerrar el lugar, pero si gusta puedo ir a llamarlo ya que parece ser urgente ¿No?

- No, no se preocupe, puedo esperarlo sentado.

- ¿Seguro? ¿O puedo atenderte yo?

Tan solo escucharle, el desconocido asintió, llevándose las manos a los bolsillos buscando algo.

- Es un asunto privado ¿Entiende? De todas formas, si no le molesta ¿Puede ayudarme con un libro?

- Ahm... Yo...

- Por favor. —Estableció aquel desconocido, con una voz más ronca y directa, perfecta para alertar de que anhelaría las cosas sucedieran a su modo, fue por ello que la mujer no pudo negarse, y pronto acompañó al chico a un rincón del sitio.— ¿Qué es lo que buscas precisamente?

- Ya sabe, romance, amor, tragedia y quizá un poco de terror combinado ¿Tiene algo parecido?

La mujer negó, con los pelos de punta y las manos hechas agua por el sudor, pues si pudiera sincerarse, diría que algo andaba mal, que algo no cuadraba en aquel jóven.

- ¿Buscas algo en específico?

- Ya le dije que no.

- ¿Entonces... cómo debería ayudarte?

- Sólo busque un libro y ya.

- Si es para que te marches al fin, lo haré encantada, pero te lo digo de una vez... Si esto es una broma yo...

- ¿Cómo podría ser una broma? —El tono de voz de aquel individuo parecía cambiar cada vez más, parecía como si se transformará en el diablo mismo, como si los demonios tomarán su alma, su mente y su piel, convirtiéndolo en alguien completamente diferente, en alguien sádico y cruel.

- Shh... Shhh...

Un tenue susurrar se escuchó, conforme el chico llevaba su índice a los labios de la mujer, embarrándola de una sustancia viscosa, tibia y asquerosa entre sí.

Los ojos color miel pronto se volvieron blancos, como dos platos enormes, como dos señales de llamado que trataban estúpidamente de aferrarse a la vida.

- ¿Qu..? Ahhg...

- Shhh. —Volvió a emitir el chico, sacando el filo de aquella arma de entre las costillas de la mujer, solo para volverlo a empujar contra su cuello.

- Es mejor acostumbrarse, es mejor no aferrarse a la vida pues cuando lo hacen, sufren aún más.

- Ahg... Po...

- ¿No entiendes? ¡He dicho que te calles!

Explotó sin aviso aquel desconocido, no sintiendo temor o remordimiento, al contrario, su pequeña sonrisa parecía hacerse más grande con cada puñalada que era dada contra aquel cuello, parecía que sus manos envueltas en sangre, su ropa y su propio rostro lo hacían delirar, lo hacían sentirse de la mejor manera posible, lo hacían feliz.

- Te lo dije, es mejor no aferrarse, de todas maneras morirás.

El castaño dejo caer aquel cuerpo al suelo, escuchándose un sonido hueco y mortal al haber topado aquella nuca contra el suelo, algo tan gracioso para su mente perversa que a carcajadas rompió.

- Dios... ¿No te lo dije? Estás muriendo... —Emitió con una sonrisa, tratando de alejar una de las manos de la mujer, la cual cogía sus botines ensuciándolos con porquería.

- Eres un asco ¿Sabes?

La sonrisa que en algún momento tuvo en su rostro, se borró de tan sólo escuchar un par de ruidos que provenían de la puerta principal; apoyó su cuerpo en una de las estanterías, echando a continuación un vistazo, cazando a su próxima presa solo con la vista.

- Khaw Park.

Expresó entre dientes, empuñando en la mano izquierda una daga envuelta en sangre, caminando a pasos lentos, rechinando la vieja madera detrás de él.

Estrechó los dientes al compás de la respiración ajena, acercándose lo más cerca a un cuerpo débil y avanzado de edad, esperando por su oportunidad.

- ¿Mujer? ¿Estás aquí?

La voz del mayor fue lo único que se escuchó en aquella biblioteca colorida por el desastre.

- ¿Mujer?

Y mientras el frío viento soplaba a las afueras, un asesino por fin se digno a actuar, corriendo en contra del mundo solo para abalanzar su cuerpo contra el de Park.

- Bonita forma de llegar ¿No?

- D-dios... No.. No pue...

- Nada de titubeos, imbécil. —Posó sus heladas manos contra el brazo izquierdo de Park, torciendo aquel contra su voluntad.

- ¿Me recuerdas?

Cuando sus ojos se encontraron, una mirada aterradora hizo acto de presencia.

- No... No puede ser...

- Sí, si puede ser, imbécil. —Pronto un sonido se presentó en escena, un grito aterrador pudo ser escuchado, pues dos manos acababan de romper un frágil hueso del señor Park.

Aquel grito desgarrador inundó todos los rincones, era un grito lleno de temor, lleno de pánico e intranquilidad, un grito que desataba sentimientos, un grito que le ponía fin a una escena macabra, que le daba inicio a una situación horrorosa.

Pronto más sangre botó en ese bonito piso, un arma escurrió a chorros el ADN de alguien que finalmente había muerto, y mientras el último aliento era escuchado, las pisadas que le trajeron le devolvieron de regreso.

¿Asesino? ¿Eso era...?

¿Matar era realmente tan malo? Lo sabía, pero mirar intestinos se había convertido en una preciosa obsesión.

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