Defeat

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Día incontable.
























- ¿De verdad eso le dijiste?

- Sí. -Asintió un apagado Lee Minhyuk, llevándose una mano a la nuca para rascar de ella. - ¿Fue... Tan malo?

Al escucharle, Minnie se alzó de hombros, terminando por acomodar un último libro en esa limpia estantería.

- Bueno... Pues si yo fuera Hoseok, te odiaria desde ese momento, pues no sé tú, pero a mí si me dolería saber y escuchar que la persona que me interesa no siente nada por mí.

Min bufó, negando ligeramente.

- No es que no sienta lo mismo, Minnie, es...

La frase quedó a medias por alguna razón, pues el delgado no fue capaz de formar frase alguna, a cambio de ella otro suspiro se escuchó en esa cuidada y recién renovada biblioteca, junto a un chillido como el de una puerta o ventanal a falta de aceite, como un rechinar.

- ¿Es?

- De acuerdo, no sé lo que es, pero lo descubriré.

- ¿Descubrirlo, Minhyuk?

Minnie bajó de aquella escalera, continuando con la estantería de abajo, acomodando algunos libros de manera alfabética.

- ¿Sabes? Siento que me odias.

- No te odio, Minhyuk. -Minnie expresó, arrojando un libro sobre la cabeza del mayor, riendo efímeramente. - Es sólo que debes comprenderme y comprender a tu amigo, Min, escucha, no estuvo nada bien haberle dicho que sólo era un beso para tí.

- Pero...

- Sé lo que dirás "¿Y qué si sí? Yo te entiendo, Minhyuk, estás en un punto donde no sabes qué hacer con tu vida, cómo actuar o a dónde ir, pero desquitarse con los demás no es buena opción.

Lee volvió a suspirar, hundiéndose en el suelo mientras la chica volvía a reír.

- ¿Estás juzgándome?

Minnie negó, acercando una de sus manos al rostro del mayor, entre una cómplice sonrisa que Minhyuk copió.

- Por cierto... Gracias por dejarme vivir en tu casa, gracias por el apoyo y el trabajo, lo sabes ¿No? Estoy muy agradecido.

Dos sonrisas volvieron a pintarse, dos cálidas que eran necesarias para que sus vidas tomarán un poco de color, pues después de todo, parecían no tenerse más que a ellos mismos.

Fue de aquella manera, tan lenta e interesante que la tarde corrió, congelándose el tiempo cuando una tormenta como la de hace días volvía a azotar Seúl, una feroz lluvia comenzó de pronto, guiada por un fuerte viento que arruinaba las cosas.

Cada gota de lluvia parecía caerle contra la cabeza, y aunque la música en la radio inundaba la habitación, aunque sus cantos eran sonoros, Minhyuk continuaba sintiéndose vacío desde hace días, desde hace cinco días.

Cinco, cinco eran las noches que había pasado en vela en el sofá-cama de su mejor amiga, llorando en silencio por las madrugadas, sintiéndose tan solo, infeliz y pequeño, un ser diminuto frente a las adversidades de la vida.

Extrañaba a sus hermanos, claro, a sus primas, a su abuela e incluso a sus padres, extraña esa vida, ese cariño, ese "saber", el apoyo y cada sonrisa, pero a media noche los problemas no tenían solución.

Soluciones eran las que faltaban en su corta vida; amor y comprensión, aquella que alguna vez alguien le robó.

El sonido de las cortinas al moverse por el aire, de repente fue su distracción, mirando a dicho sitio conforme revoloteaba su corazón.

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