Un extraño bibliotecario

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¿Qué es la paz?
Día quince.

Inoportunamente el pasar de los días había unido a Lee Minhyuk con distintas bibliotecas de la ciudad, las cuales visitaba después de la universidad todos los días, tratando de darle una explicación a ese acontecimiento extraño de hace días, pero su vida parecía requerir algo de misterio y confusión, ya que, por más que buscó, aquella noticia jamás fue encontrada completa, a cambio de ello, más dudas se sembraban en su hueca cabeza.

Parecía que Lee Minhyuk se estaba volviendo loco; las búsquedas en internet no dieron nada y las preguntas a distintas personas lo habían dejado aún más confundido. Parecía que la cabeza de Lee Minhyuk había creado todo para sí, parecía que alguien le jugaba una broma, una sucia y maldita broma.

Sin embargo, otra característica del chico era su insistencia en cualquier situación, esta misma, lo llevo a su última visita.

Otra cafetería-biblioteca al norte de Seúl, casi a las afueras del país, casi en la frontera, un viaje en donde tuvo que conducir por kilómetros y mentir a sus padres con ayuda de su mejor amigo.

Los pies le dolían al chico, su cuerpo estaba más que cansado, la sangre de su anatomía corría de un modo lento, la fatiga básicamente se miraba en el rostro del chico, el cual, a pesar de todo siguió su camino ese veinti algo de quién sabe qué mes, respetando las banderolas de alto y deteniéndose cuando el semáforo apuntaba infinidad de rojos.

- Así que... ¿Podremos vernos este fin?

Al escucharle, Minhyuk asintió sonriente pese a todo, obsequiándole una gran sonrisa a ese tímido y llorón chico.

- ¿Este fin? Temo que estaré ocupado, pero tal vez deberíamos vernos en mi casa.

Respondió Minhyuk, pudiendo mirar la cámara de aquel celular cuando otro rojo se pintó en el semáforo.

Lee Hoseok, quien se mantenía con la ropa bonita y planchada se alzó de hombros, negando para luego asentir.

- ¿Podré asistir, Minhyukie?

- Mis padres te aman, ¿Por qué no?

- ¿Qué hay de aquel chico...?

Minhyuk negó por instinto, reflejándose luego en aquella videollamada una expresión difícil de esconder.

- No lo menciones, mira... Hyung... Hablaremos mañana, ¿Bien?

- Hyukie se molestó, bien, cuídate por favor Minmin, ¿Puedes hacerlo? Te quiero.

Minhyuk sonrió, poniendo en marcha el automóvil que hurtó a sus padres.

- Te quiero.

Fue la frase que puso fin a dicha llamada, aquella que al finalizar, dejo dos sonrisas hermosas y grandes a distancia, dos sonrisitas bobas por alguna razón, razón que quizá Hoseok conocía.

Fue así como el delgado siguió su camino por quince minutos más, conduciendo a través de grandes calles, paseándose por los lugares menos transitados, evadiendo el tráfico pese a la hora.

11: 45

Indicaron las manecillas de un reloj que caía del techo en aquella última cafetería; pese a las pocas luces, Minhyuk entro al sitio como si de su casa se tratase, mirando a sus alrededores.

Un lugar vacío en donde solamente una persona permanecía de pie en el fondo del recinto, tomando algunos libros para quizá comprarlos.

- Disculpe...

Minhyuk se acercó a pasos lentos a dicha silueta, encontrándose con un hombre que ni siquiera lo vió, no hasta que sus pechos chocaron por las leyes de la física.

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