Capítulo 23 ~

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P.O.V. Lilith

- Lahote- saludé en dirección al chico que ahora se encontraba se cara a mi. Observé como Mason aguantaba la risa, aunque me abstuve a responderle.

- Hola Lil- dijo él. No le reproche por el apodo, después de todo seguiría llamándome así sin importar nada.

- ¿Qué quieres?- pregunté evadiendo cualquier tema que el chico pudiese sacar. Él frunció el ceño ante mi brusquedad.

- Directa al grano- murmuró el moreno tras de mi- golpe bajo-

Vi como Paul posaba su mirada en Mason y esta se transformaba a una de pena, posiblemente recordando el día de nuestra discusión. Él simplemente se quedó callado, haciendo que mi mejor amigo se removiese incómodo en su sitio sin saber que hacer.

- No voy a repetirlo dos veces- informé poniendo mis brazos en posición de jarra. Paul se centró en mi esta vez al escuchar como volvía a decir algo.

- Lo siento, sólo quiero hablar- contestó él. Suspiré pesadamente a la vez que Mason se escondía detrás de mi cuerpo, sin importar que fuese más baja que el moreno.

- Como verás tengo clase, así que no se puede. Que pena, lo siento- respondí sarcasticamente, dando a entender que no tenía nada que hablar con él.

- Después del Instituto te espero aquí, los Cullen están enterados de que vendrás a casa de Emily a pasar la tarde- dijo Paul apartando la mirada hacia el bosque. Corrió en dirección a el sin darme tiempo a replicar.

- Agg- gruñí mientras apretaba mis puños y pateaba el suelo.

- Si has terminado tu escena con el príncipe, ¿podrías descargar toda tu ira contra la profesora de matemáticas?- preguntó Mason, haciendo que yo lo mirase confundida a la par que me giraba- lo digo porque viene por ahí y como no lleguemos antes que ella, nos echará-

- ¡Corre, Mason!- grité atrayendo la atención de los pocos alumnos que aún quedaban en el aparcamiento del Instituto. La profesora salía del coche con una pila de ejercicios sobre los brazos.

Tanto yo como mi amigo comenzamos a correr como si un demonio nos persiguiese. La mochila se tambaleaba bruscamente a nuestras espaldas, posiblemente saldrían moratones debido al peso de los libros y cuadernos. Los cuerpos nos comenzaban a sudar por el esfuerzo fijo. Observé como Mason se aferraba fuertemente a sus pantalones, impidiendo que estos se bajasen más de la cuenta.

Pasamos el aula de Geografía rápidamente, escuchando los pasos agetreados de la profesora que nos seguía de cerca, aunque era agena a nuestra presencia. El suelo resonaba cuando los tacones de la maestra chocaban con este. Nuestras respiraciones eran agitadas y la adrenlina recorría nuestros cuerpos cual droga. El corazón estaba por abandonar mi cuerpo cuando entramos al aula de matemáticas.

Semidiosa hermana de Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora