Capítulo 10

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La hierba estaba húmeda todavía de la lluvia que hasta hace poco había caído.

Parece como si hasta el cielo llorase por su pérdida.

El aire que se respiraba era muy limpio. El césped dejaba una bonita estampa del lugar en el que estábamos, aunque este de por sí no fuese muy hermoso.

Las personas iban llegando poco a poco, el lugar se iba llenando. Todos vestidos de gala, arreglados con vestidos y ropa negra.

Yo esperaba paciente, no quería hacer esperar a la familia porque sabía que había que hacerlo cuanto antes.

En cuanto la hora fijada se marcó en mi teléfono decidí empezar.

—Hola a todos —comencé a hablar— me alegra ver que tanto amigos, familia y el resto de la manada habéis venido en un día tan especial y triste como es este. Por desgracia estamos aquí para despedir de una manera formal a Carlos. Si me permiten los padres me gustaría empezar yo la ceremonia y hablar —miro hacia el montón de tierra fresca que descansa al lado de la fosa en la que se encuentra el cuerpo de mi amigo— Como todos sabéis, Carlos era un joven muy especial, yo compartí cierta parte de mi infancia y toda mi adolescencia junto a él; era un chico con una energía abrumadora, de las personas más leales que he conocido y estoy seguro que de las que conoceré el resto de mi vida —giro la flor que llevo entre mis dedos— . Si él me lo hubiese dicho, podría haber entrado a la guardia inmediatamente, confiaba tanto en él como para darle mi vida —sin poder evitarlo mi mirada se eleva al cielo— . Sé que estés donde estés serás feliz, siento mucho no haberme dado cuenta de tus deseos y de que todo haya acabado así. Espero que descanses en paz hermano. —tiro una flor encima de la madera y me aparto— Quod luna dea esse cum te.

Sus padres son los siguientes en hablar, acercándose a donde se encuentra el cuerpo de su hijo.

Las personas pasan detras de ellos, todo el que quiera decir algo está invitado a decirlo.

Como no era de extrañar, mi padre, con ayuda de Andrew, se acerca y se aclara la voz.

—Si me disculpais voy a hablar por mí, mi esposa y mi hija Jade, ya que creemos que es mejor que yo hable para que esto no se alargue demasiado —suspira— . En fin, Carlos para mí era como mi tercer hijo, lo he visto casi nacer y crecer. Es una de las personas que nunca te arrepientes de haber conocido y haber compartido tu vida con ellos. Tu marcha ha sido muy pronto —le tiembla la voz y sé que está intentando no llorar— , nunca debí aceptar que vinieses conmigo ese día, fui el último que te vio con vida, y me arrepentiré el resto de la mía de no haberte protegido mejor. Sin duda tú no merecías eso, eras un ser lleno de luz y bondad. Sé que nos guiarás desde ahí arriba, ya que ahora hay otro ángel más acompañando a la diosa. —mi padre se limpia una lágrima que resbalaba por su mejilla y, como hemos hecho todos, tira su flor— Quod luna dea esse cum te.

Todos abandonan el lugar poco después de que el ataúd empiece a arder.

Yo me quedo unos segundos más, contemplando el fuego, despidiéndome de él a solas.

Camino hacia mi casa, con ganas de tumbarme y no hacer nada hasta mañana, hasta que me doy cuenta de que estoy parado delante de una tumba. Una que reconozco a la perfección.

Ada Michael.

Es lo que se puede leer en la lápida.

Me quedo unos segundos mirando, hasta que la voz de Jade me devuelve a la realidad.

—Nico —me llama hasta que se coloca a mi lado, observando el nombre tal y como lo había hecho yo segundos atrás— ¿Qué haces aquí? Dijiste que no querías pasar por aquí en un tiempo.

La sombra del Alfa |Mamm2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora