—Sé que tu lidercito está fuera, escuchándolo todo. ¿Algún día tendrá el coraje de entrar y dar la cara? ¿O solo deja a los perros hacer el trabajo sucio?
Sabe perfectamente que estoy aquí.
Desde que lo encerramos he evitado entrar a su parte de la celda. El plan era torturarlo de por vida por el dolor que me había causado, por la vida que se había llevado y que nunca podría recuperar, sabía que si entraba y lo tenía cara a cara yo iba a acabar con la suya.
Hoy nos veríamos cara a cara.
—Ya era hora de que te dignaras a aparecer... Ha pasado mucho tiempo. —dice con voz débil. Está de rodillas, encadenado de pies y manos, con la ropa hecha añicos, llena de sangre. Su cara no luce mejor.
—¿No paras de llamarme y ahora te quejas? —el odio en mi voz es palpable.
—Tenía curiosidad de ver hasta cuando aguantarías en venir y matarme tu mismo. —una sonrisa arrogante aparece en su rostro, después de escupir sangre— ¿Tan débil eres que ni siquiera puedes torturarme tú mismo? Normal que tu chica cayese en mis garras.
Solo con mencionarla ya mi cuerpo arde en rabia.
Me acerco a él y lo agarro por el cuello.
Este maldito sabe dónde dar para acabar con mi paciencia.
—Eres un bastardo asqueroso. —apreto mi agarre, sintiendo como le falta el aire. Tose desesperadamente en busca de aire, una sonrisa se dibuja en mi rostro.
Sé que apretando un poco más lo mataré, así que paro y lo suelto.
Vuelve a caer sobre sus rodillas, lleva sus manos a la zona de donde le tenía cogido y tose, mirándome a los ojos.
—No creas que soy tan estúpido de matarte. Sé que prefieres la muerte a seguir aquí encadenado. No voy a hacerlo, aunque ganas no me falten.
El gira su cara, colocando su pelo hacia un lado.
—Puedes torturarme todo lo que quieras, nunca me verás suplicar o arrepentirme de lo que hice —sonríe de forma despiadada— . Su sangre era tan dulce...
Vuelvo acercarme a él, pero una mano me detiene.
Andrew.
—No merece la pena Nico, es lo que quiere, cabrearte hasta que pierdas los nervios.
—Tu perro guardián es muy listo. —menciona— Para una vez que tengo visita y no acabo medio muerto quiero divertirme.
Veo a Andrew haciendo una mueca. Se gira hacia mí.
—Si quieres torturarlo, adelante, pero no te dejes llevar por lo que dice.
La idea de torturarlo por segunda vez yo mismo desde que está aquí es muy tentadora.
—Espero que disfrutes de la visita que tanto ansiabas, y estar a la altura de las expectativas.
Pego el carro con los utensilios de tortura a la celda, para cogerlos mejor. Ni loco los metería, puede que esté débil, pero eso no quita que este condenado sea fuerte.
No quiero arriesgarme.
—¿Tanto miedo me tienes? —ríe— Si me dejaras beber de tu sangre pronto podrías reunirte con tu querida Ada.
Ignoro sus comentarios ya que sé que es lo que quiere. No voy a caer.
La rabia crece en mi cada vez que abre la boca.
Cojo uno de los cuchillos, lo mojo en un líquido que debilita a los vampiros y me acerco a él.
—¿Listo? —pregunto arrugando la frente. Antes de que pueda contestar le clavo el cuchillo.
ESTÁS LEYENDO
La sombra del Alfa |Mamm2|
Про оборотнейSecuela de Mi alfa, mi mate. Todo estaba muy tranquilo en la manada, demasiado. Pero las cosas cambian, y de un día para otro puedes sentir que se te viene el mundo encima. Ser el Alfa de una manada no parecía tan complicado, hasta que te encuentras...