Capítulo 5

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Como cada noche, los miembros de la familia Lehnsherr se encontraba sentados a la mesa. Nadie hablaba, porque Erik consideraba el silencio en la mesa como muestra de buena educación. En la cabecera de la mesa se encontraba sentado el Alfa, a su diestra se hallaba Charles junto a los dos hijos Omegas que aún vivían con ellos: David, el primer hijo del matrimonio, y el pequeño Kurt. Del otro lado se encontraban Alex y Scott, sus dos hijos Alfa.

—Pensaba en organizar reuniones por las tardes en el salón—. Soltó Charles a la mitad de la cena. Estaba nervioso, pero nunca había pedido nada a Erik y confiaba plenamente en que se lo permitiría.

—¿Qué tipo de reuniones? —. Preguntó cortando una porción de carne para llevarla a su boca.

—Pensaba reunirme con algunos otros Omegas y compartir con ellos lo que sé sobre comportamiento y paternidad—. Mintió sin despegar la vista de su esposo. Pudo sentir sobre sí las miradas extrañadas de David y Alex.

Charles solía enseñar a sus hijos Alfas y Omegas que todos valían lo mismo, que debían de dedicarse a lo que quisieran y comportarse con respeto pero no con sumisión aunque él mismo se mostrara sumiso ante Erik. Decía que para él ya era demasiado tarde, pero que dejaba en sus manos lo que había aprendido para que hicieran del mundo un mejor lugar para ellos y sus hijos, y entonces quizá sus nietos podrían elegir si querían tener o no hijos, pareja, ocuparse de un hogar, todas cosas que a ellos ya les habían sido impuestas. Por eso le parecían graciosas las caras de sus hijos al escucharlo proponer una escuela de modales, que iba contra todo lo que predicaba.

—¿Tú vas a enseñarles? Me parece bien, eres un buen Omega. Sabes tu lugar y lo cumples. Ni tú, ni David, ni Peter son como esos Omegas que salen después del atardecer o que andan por ahí en compañía de Alfas cualquiera, y se que Kurt tampoco lo será.

Charles sonrió asintiendo por toda respuesta. Quizá Erik debería agregar a esa lista de virtudes sus capacidades actorales y su astucia para idear planes.

David seguía con la mirada clavada sobre su progenitor Omega, exigiendo saber que se traía entre manos. Pero como si existiera una conexión telepática entre padre e hijo le hizo saber que más tarde se lo diría.

—Regresa pasada la media noche. No lo hagas antes porque no puedo garantizar que voy a tener a tu padre entretenido—. Charles acomodó a Kurt entre sus brazos y se acercó a peinar correctamente los cabellos de David. Ya le hacía falta un corte de cabello, su ropa no era lo que Erik consideraría adecuado para un Omega. Su hijo se veía guapísimo—. Y por favor cuidate. No me perdonaría nunca si por dejarte ir a una fiesta algún Alfa te ataca o algo más te pasa.

—Tranquilo pá, Wade y Peter van a estar conmigo. No van a dejarme solo y Wade pelea mejor que cualquier Alfa.

—Ten cuidado—. Repitió antes de abrirle la puerta y dejarlo marcharse. A fuera ya lo esperaban un grupo de sus amigos en un auto, Alfas y Omegas juntos.

Lo vio marcharse entre risas y deseo poder haber tenido una oportunidad así cuando era más joven. Pará él sólo habían habido clases de modales, charlas con Omegas que lo único que querían era conseguir un buen esposo y criticar a todos esos "desviados" que no acataban a las normas sociales.

—No vamos a decirle a papá a dónde fue David ¿verdad?—. Preguntó a su pequeño Kurt dejando un beso en su frente. El pequeño niño por toda respuesta negó y cubrió su boca con sus manitas, riendo.

Pasó las primeras horas de la noche con la cabeza metida entre antiguos libros del tiempo en el que aún existían mujeres. Aparentemente habían sufrido a manos de los hombres la misma opresión que los Alfas imponían ahora sobre los Omegas. Agradeció a todas las que habían fundamentado una teoría, porque ahora él empezaba a hacerse una idea de ideales más fijos por los que podían empezar a luchar.

Educación, decisión sobre el cuerpo y la paternidad, libertad de elegir una pareja sin importar si era Alfa u Omega, Derecho a la participación política, mejora de salarios y más posibilidades de empleo, sanciones a quien cometiera delitos contra ellos, considerar violación el coito no consensuado durante el matrimonio o el celo. Había tanto tanto por lo que luchar.

De buena gana pasaría toda la noche estudiando y redactando un pliego petitorio que sin lugar a dudas ni siquiera sería leído. Pero se estaba haciendo tarde y debía despejar el camino a David para que pudiera volver a casa.

Apenas pasadas las 11 cerró el cuaderno en el que había tomado notas, escribió un mensaje a su hijo pidiéndole que regresara dentro de la siguiente hora y se dirigió a su habitación en busca de su esposo. Conocía muy bien la forma de tenerlo entretenido, él prefería no tener que hacerlo, pero si con eso le ganaba un poco de libertad a David, podía soportarlo.

Charles cerró los ojos y, como siempre, imaginó que estaba en cualquier otro lugar. No es que no disfrutara las caricias que se repartían sobre su cuerpo, los labios deslizándose sobre su piel. Erik era bueno en eso, se preocupaba por su placer y Charles lo agradecía, pensaba que incluso pudo haber llegado a disfrutarlo si las circunstancias fueran otras.

Pensaba a menudo que en un mundo equitativo pudo incluso llegar a amar a su esposo y no sólo soportarlo. Quizás aún en ese mundo si se hubiera tomado el tiempo de conocerlo antes de pedir su mano a sus padres y prácticamente comprarlo, aún pudo llegar a amarlo si no lo hubiera engañado, o si cuando pidió una explicación no hubiera reaccionado de forma tan violenta, si no hubiera tenido que pasar por las cirugías, si el dolor en la espalda no lo despertara en las noches frías. Lo hubiera amado si tan solo no hubiera vendido a Peter.

Charles sabía, o al menos quería creer, que Erik no era tan malo, que a su forma extraña y enferma lo quería a él y sus hijos. Pero cuando lo regresó a la realidad presionando sus dientes sobre la mordida que había dejado en su cuello hace años, recordó que todo eso lo había hecho. Charles no podía amarlo, no podía disfrutar sus caricias, no podía resaltar sus intentos de buen padre y buen esposo, no  podía siquiera soportarlo.

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