Capítulo 7

234 38 20
                                    

Advertencia: Este capítulo contiene referencias a violencia física y sexual.

—Desnúdate, quiero verte completamente.

La habitación estaba casi completamente a oscuras, solo la tenue luz amarillenta de la lámpara encendida sobre la mesa de noche los iluminaba. El Alfa estaba sentado en la orilla de la cama, el chico de cabello platinado estaba de pie frente a él. Peter temblaba de pies a cabeza, roto como nunca antes y con las lágrimas acumulándose en sus ojos, se abrazaba a sí mismo en un intento de darse confianza y no sentirse tan indefenso.

—He dicho que te desnudes.

La voz de mando del Alfa fue suficiente para obligarlo. Quería resistirse, pero entre el miedo, la vergüenza y la reacción de su propio Omega se quedó sin elección. Se deshizo de su chaqueta, de los zapatos, los calcetines, desabrochó sus pantalones pero no llegó a bajarlos.

—Por favor—. Susurró dejando escapar una lágrima que se apresuró a limpiar.

—Desnúdate—. Repitió demandante el Alfa.

Con vergüenza se deshizo de los pantalones rebelando hematomas que se extendían por su piel. Sus manos temblaron cuando tomó la tela de su gastada camiseta y la arrastró hacia arriba lentamente, revelando una colección de rojo, morado y verde sobre la nivea piel. La cresta iliaca*, las costillas y la clavícula se marcaban más que nunca, la epífisis proximal del húmero** se apreciaba con claridad bajo su piel.

Peter cubrió su rostro con sus manos y comenzó a llorar. Podía sentir la mirada del otro hombre sobre su cuerpo, analizándolo y eso lo avergonzaba, nunca en su vida se había sentido tan humillado como en ese momento. Él siempre fue fuerte, decidido e independiente. De ese antiguo él ya no quedaba nada.

—Gírate.

Peter obedeció en silencio, conteniendo sus sollozos.

Las vértebras se marcaban de manera alarmante sobre su cuerpo junto a los omóplatos, pero no era eso lo que impactó al Alfa, sino encontrar la espalda más dañada aún que el pecho y el abdomen. Los hombros estaban surcados de mordidas que se veían dolorosas y algunas infectadas, sobre la espalda había hematomas y heridas abiertas que parecían hechas por un látigo.

—Tienes que decirle a papá. Peter, tienes que salir de ahí, te vamos a ayudar—. Alex, aun impactado por el estado en el que se encontraba el cuerpo de su hermano mayor se acercó a él, abrazándolo con cuidado para no dañar más su maltratado cuerpo—. Perdoname por usar la voz de mando, pero eres tan testarudo que de otra forma no me hubieras dejado verte. Voy a hablar con papá para que no permita que te quedes junto a Logan. ***

Peter había aceptado lo del matrimonio a regañadientes. Hubo una discusión con Erik de por medio, pero no había mucho que pudiera hacer más que aceptar su destino. Eso sí, sin resignarse a la sumisión.

Peter llegó al altar convencido de no bajar la cabeza, de demostrar lo que valía por sí mismo sin depender del apellido que le diera un Alfa. Pero entonces descubrió que su padre se había encargado de encontrar a alguien que fuera capaz de domar su fuerte carácter.

James Logan Howlett le impresionó desde que su padre Alfa los presentara la noche previa a la boda. Era un hombre serio, callado, de apariencia feral y que por alguna razón le recordaba a un lobo, olía a tabaco y pino. No podía negar el atractivo en aquel hombre, pero a pesar de eso a Peter no le producía nada agradable.

El chico trató de empezar aquella relación con él pie derecho y su mejor disposición para llevarse más o menos bien con su futuro cónyuge, pero el hombre parecía empecinado en ser hostil. Bueno, si eso era lo que quería, era lo que iba a obtener.

Omegas contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora