Tuya - Stydia

15. Las promesas no deben romperse

Capitulo quince.

El próximo fin de semana no fue nada diferente.

El viernes por la tarde, después de que llegué a casa del instituto recibí un mensaje de Stiles cuando estaba en mi habitación.

Sé que dijiste que no podemos vernos por ahora, pero te hecho mucho de menos. ¿No puedes inventar una excusa para venir a mi apartamento? Solo un rato, por favor.

Había pasado una semana desde que no nos vemos e incluso yo había empezado a notar la distancia que de repente se había interpuesto entre nosotros. Ni siquiera un saludo por los pasillos, ni siquiera una mirada... intentando disimular con tantas fuerzas que me descompuso el cuerpo, terminé echándolo aún más de menos.

Una semana sin siquiera oler el aroma de su colonia un poco cerca de mi, aunque fuese para imaginarme un abrazo, un beso. Nada.

Y esa semana se había vuelto un infierno para mi. De verdad pensé que sería capaz de resistir más, pero no.

Yo también lo echaba mucho de menos, quizá más de lo que él podía ser capaz de hacerlo alguna vez. Así que consideré la opción durante todo el día del viernes, hasta que le contesté por la noche.

Yo: Mamá trabaja mañana... pero no te prometo nada.

Pero todo pareció destruir mis planes al día siguiente, antes de que pensara en meterme en la ducha después de un montón de peleas en mi propia conciencia por decidirme y ganarle al miedo. Justo cuando por fin me rendí ante mis impulsos por verlo, escuché la puerta de la casa abriéndose, la perilla girándose tras el sonido de unas llaves.

Mi corazón empezó a latir como loco cuando lo escuché y me quedé paralizada por un momento. Entonces la puerta se abrió, esperé ver a mi madre ahí, pero en su lugar vi a Chanel.

Mis ojos cayeron sobre ella con sorpresa. Fruncí el ceño — ¿Chanel? ¿Que haces aquí?

Ella traía su bolso colgando a un costado de sus hombros y me buscó con la mirada cuando entró, encontrándome por fin con los ojos un poco nerviosos.

— Tu madre dijo que tenía que venir hoy. — dijo, cerrando la puerta detrás de ella.

— ¿Por qué?

Apartó la mirada y se quitó el bolso para colgarlo a un lado de la pared. — Eh... me dijo que necesitaba ayuda con la limpieza y que-

— Te mandó para vigilarme, ¿verdad? — la interrumpí

Chanel pareció palidecer de repente y un suspiro inevitable abandonó sus labios.

Asentí, con la garganta seca. — Lo sabía. — le dije, y de pronto supe todos mis planes se habían arruinado — No te preocupes... me alegra que estes aquí.

No quería que se sintiera mal ni mucho menos. Sabía que ella no tenía la culpa de nada, que mi madre probablemente le ofreció más dinero por venir y ella lo necesitaba. Ella asintió con la cabeza y me miró, todavía un poco incómoda.

Sabía que mi madre no le pudo haber contado toda la verdad, pero algo le tuvo que haber dicho. Tal vez empezó con su discurso de madre preocupada porque últimamente "no me porto bien." o algo así.