Capítulo 1

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CITA 

''Eres el deseo por el que merece la pena seguir respirando''-ENZO PRICE.

''Eres el deseo por el que merece la pena seguir respirando''-ENZO PRICE

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POV: Adara

—Adara —pronunció mi nombre con una ansiedad que vibraba en su rostro.

Le hice un gesto cortante de que no se moviera. Me hizo caso. Se mantuvo alejado sin quitarme su mirada desesperada y angustiada. Las emociones me golpearon una tras otra. Mis pensamientos estaban tan embrollados que no lograba conectar con ninguno. El cuerpo se me entumeció. Simplemente entré en una espiral punzante que me consumía, me devoraba letalmente. La sangre se me espesó de una forma que la sentía concentrada en mi cabeza. Parpadeé ligeramente y las lágrimas vinieron a mis ojos.

Y no sé por qué mi mente embotada rebuscó un recuerdo reciente y que se convirtió en la clave de todo. La conversación que tuve con el enfermero de Susan en el jardín de la Residencia Etérea.

Eso es cosa del señor Price. Él hizo en menos de un año este centro privado para los afectados del Alzheimer. Y este jardín lo diseñó él.

Claro, su madre está aquí ingresada. ¿Por qué le sorprende, señorita?

Y esa no solo había sido la única señal a lo largo de estos días. Me sentía estúpida por no haberlo visto antes. Por haberme puesto una venda en los ojos y no haber visto todas las pistas que me gritaban que Enzo era Price. Mil preguntas se acumulaban en mi cabeza, una tras otra, todas querían estar la primera y todas me hacían sentir como si mi cabeza fuera a estallarme en cualquier momento. Procuré acompasar la respiración. Mis piernas se adormecieron y no me permití moverme.

—Adara.

Alcé la cabeza mirándolo fijamente.

—Eres Price —susurré sin aliento.

Agachó la mirada remordido, mortificado, culpable.

El hombre que me buscó en Nueva York a través de su abogado, el hombre que no había venido al embarcadero el día que vine a la isla Williams, el hombre que había estado días rehuyéndome... era Enzo. El ingeniero Price. Uno de los hombres más ricos de Irlanda. ¡Era él!

Los ojos me escocieron, las lágrimas me cegaban los ojos.

—Me has mentido.

—Déjame explicártelo —me suplicó.

Del dolor pasé vertiginosamente a la rabia. Mi pecho subía y bajaba con ferocidad.

—¡Explicarme qué! —intenté mantener la voz firme pero fracasé al salirme un traidor balbuceo lleno de dolor—. ¡¿Qué te has burlado de mí todos estos días?!

Sus ojos se agrandaron asustados.

—¡No, joder! Intenté decírtelo la noche que volví a por ti.

El deseo de Adara [Deseo Éire #2] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora