Capítulo 24

569 61 12
                                    

POV: Enzo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

POV: Enzo


Nunca en mi vida había sido tan feliz.

Adara era mi esposa. Completamente mía.

Me gustaba sentir este bienestar. Como la completa felicidad me abrazaba.

Sé que Adara quería que nos quedáramos a solas. Lo había visto en sus ojos nada más terminar la ceremonia. Mi chica ansiosa. Por eso había preparado la casa de invitados con velas y pétalos de rosas. Después de hablar con el invitado —que solo me había preguntado por la próxima urbanización a construir en Roundstone—, me encaminé impaciente hacia la salida, pero la voz que se alzó detrás de mí me dejó quieto.

—¡Enzo!

Me volví y me quedé sorprendido del hombre que tenía delante de mí. Metido en un traje gris impoluto. Mis ojos chocaron con los suyos ambarinos.

—¡Uriel!

Nos dimos un abrazo efusivo con cuidado de no echarle la copa encima.

—Pensé que no vendrías.

Los únicos que no habían podido asistir a la boda —y seguía molesto con ellos—, eran Darién y Aiden. Los dos por asuntos propios de trabajo. Pero me alegraba tanto de tener a Uriel aquí.

—No podía perdérmelo por nada del mundo. Madre mía quien me lo iba a decir. ¡Tú casado! —me miraba asombrado, como si no se lo creyera—. Te ves distinto.

—Feliz y enamorado.

—¿Dónde está tu mujer? —la buscó con la mirada lleno de curiosidad—. Tengo que conocer a esa chica que tiene la santa paciencia de estar contigo.

Le puse mala cara sin que me borrara lo dichoso que estaba. Nada podría.

—Te la presentaré después.

—Hombre Uriel. Llevamos meses sin verte el pelo —expresó Dan acercándose, y me aparté para que se pudiesen abrazar. Uriel era un gran amigo de la infancia. A la edad de diez años sus padres se lo llevaron de Roundstone debido al trabajo extremo que tenían ellos y que les hacía no tener un único lugar en el mundo, cambiando cada pocos meses de país. Uriel era un aventurero del riesgo, le iba la aventura extrema y demasiado peligrosa. Más que incluso a Dandelion.

—Qué alegría verte. ¿Te quedarás? —añadió Dan.

—Pues es un buen momento de quedarse un poco en casa —nos sonrió.

—¡Enzo!

La voz de Burke me distrajo de ellos. Intenté que no se notara el suspiro impaciente que lancé. Joder. Ya estaba más de cinco minutos retrasados de nuestra cita en la casa de invitados. Me hizo un gesto de que me acercara y les di la espalda a ellos, dejándolos atrás, aproximándome a Burke.

El deseo de Adara [Deseo Éire #2] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora