Sinopsis con spoilers del primer libro. ⚠️
Adara se enfrenta a una verdad que no esperaba.
Enzo. El hombre que ha despertado deseos en su atormentado corazón. El hombre que ha conseguido que creyera en el amor. Es Price. El otro hombre que la buscó...
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POV: Adara
El doctor Morgan nos comunicó que Susan había fallecido a causa de un infarto. Su corazón dejó de latir a causa de una crisis aguda. Todos estábamos devastados, desolados en un mar de lágrimas y desconsuelo. Pero quien estaba más desecho y roto era Enzo. Me tenía preocupada, pues apenas expresaba sus sentimientos después de ver a su madre. Sentía como las entrañas se me retorcían de ver como una parte de él se estaba apagando y no podía hacer nada para reavivar esa luz de su alma. Había perdido el número de veces de cuanto lo había abrazado, del tiempo que sostenía su mano para que no se sintiera solo. Sé que se estaba distanciando de nosotros. Algo me decía que lo estaba perdiendo. Puede que al verlo así me estuviera volviendo paranoica. Pero cada vez que le abrazaba, que intentaba consolarle, él no me devolvía el abrazo, no me devolvía palabras. Nada. Era como si solo estuviera ahí su cuerpo, pero no su mente.
La escena que vi despidiéndose de su madre en la cama de la Residencia Etérea fue la más dolorosa que había visto en mi vida. Como la estrechaba contra él y sollozaba en su pecho. Me deshice en un mar de lágrimas viéndolo. Sé que él sabía que tarde o temprano perdería a su madre, pero estaba segura de que no estaba preparado. Nadie está preparado para despedir a un ser querido. Y menos si se nos iba tan cruelmente porque una enfermedad nos lo había arrebatado. No podía ponerme en su piel, porque yo perdí a mis padres sin conocerlos, pero perder a Madre Aurora, que fue como una madre para mí, sé lo que Enzo sentía. El dolor de perder a una madre no se equipara a ningún otro. Porque una madre era irremplazable. El amor de una madre era insustituible.
En un momento dado Enzo perdió algo los papeles exigiéndole al doctor Morgan como era posible que hubiese muerto de un infarto. Dan lo aplacó, pero el doctor no pudo darle ninguna explicación de por qué Susan había sufrido un infarto.
Pasamos toda la noche en la funeraria Fanagans de Dublín. Como última voluntad, Susan pidió ser incinerada, como fue incinerado el padre de Enzo, Arturo. Eso fue algo que tuvo que decirme Dan. Ya que era uno de los secretos de la vida de Enzo que no sabía. Como última voluntad, también dejó escrito que sus cenizas fueran esparcidas por el Phoenix Park donde se conocieron ella y Arturo. Allí también fueron esparcidas las cenizas de su marido.
Phoenix Park era un lugar precioso. Era uno de los parques urbanos más grande de Europa. Muchos lo llamaban el pulmón de Dublín. Un lugar tan lleno de vitalidad, monumentos, zonas verdes y boscosas, donde ciervos y demás animales corrían libremente.
Como dictaba la tradición, todos vestíamos ropajes oscuros. Yo llevaba un vestido sencillo de manga larga que me había prestado Evelyn. Si era sincera, vestirme de negro para despedir a un ser querido nunca me había gustado. Era un color tan apagado y oscuro que siempre me daba pesar llevar algo así para despedir a una persona. Por eso yo siempre elegiré la antigua tradición. Vestir de blanco. Si por un algún «azar» del destino mi vida pereciera, querría que todos los que me despidieran, vistieran de blanco. Aunque en esta ocasión iba a voluntad de las tradiciones actuales.