Capítulo 17

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POV: Adara

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POV: Adara


Volví para ponerme las botas negras y salí a la carrera del dormitorio. Bajé precavida las escaleras y abrí la puerta principal. Me frené en seco al sentirme abrumada de esa niebla que rodeaba la mansión. El aire fresco entumeció mi cuerpo y me impidió ir tan deprisa como quería. Era lo bastante frío para hacerme tiritar. Me adentré entre los árboles caminando en línea recta para no perder el camino de vuelta a la mansión. Lo último que me faltaba era perderme por un terreno que desconocía. El vaho salía de mi boca a cada bocanada.

—¡Berenice! —la llamé deteniéndome sin dejar de temblar—. ¿Por qué te ocultas?

Me giré sobre mí misma solo viendo niebla y más niebla. El frío se volvió cada vez más gélido y me impidió pensar y actuar con claridad. Era imposible que hiciera ese frío. Me froté los brazos para sentir algo de calor.

Alguien siseó. Y me giré jadeosa detrás de mí. Lo único que visualizaron mis ojos cristalinos a unos metros de mí, fue una capa blanca que llegaba hasta el suelo y un cabello azabache que se deslizaba por la espalda de esa mujer.

No era Berenice.

Adelanté un paso con la mano alzada para hablarle y la marca me lanzó un fuerte latigazo. Esta vez más punzante y agudo. Ahogué el aire de mis pulmones tambaleándome y me clavé de rodillas contra la hierba impedida de seguir a esa extraña mujer. Entre parpadeos, la vi alejarse y agaché la cabeza presionando mi mano en la nuca.

¡Qué demonios me pasa!

Levanté la cabeza aún de rodillas poniendo mis manos en los muslos. Mis ojos la buscaron, pero no di con ella.

No había sido una alucinación. Había visto a una mujer de cabellos azabaches marcharse entre la espesa niebla.

¿Y qué me pasaba ahora con la marca?

Giré la cabeza con el rostro encogido de sentir tan intensa esa sensación en la marca. Iba desvaneciéndose. Y lo agradecí profundamente.

Cierta niebla se había disipado. Haciendo un camino limpio que llegaba hasta la mansión. Parecía hecho a propósito. Me estremecí de solo pensarlo. Y no me lo pensé dos veces y me puse de pie marchándome deprisa de esa niebla.

Entré al interior de la mansión que resguardaba algo más de calor, y mis ojos se negaron a dejar de mirar entristecida el pasillo que me llevaría a Enzo.

Se había pasado toda la noche encerrado. Llevaba horas ahí.

Me aterraba volver a intentar llamarlo y que no me respondiera. Era una sensación que me ahogaba. Me quemaba. Y me desesperaba.

Pero no podía dejar de intentarlo.

Enzo tenía que saber que yo estaba con él. Qué podía contar conmigo. Aunque no quisiera verme, y eso me apuñalara profundamente el corazón.

El deseo de Adara [Deseo Éire #2] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora