Capítulo 9

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POV: Enzo

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POV: Enzo


Había pasado los peores quince segundos de mi vida. Le había confesado que la amaba. Y su silencio fue demoledor para la poca esperanza que me quedaba. Ya no la tenía.

Tenía que alejarme de ella. Pero no podía. Dejarla sola era superior a mis fuerzas. Tal vez cuando descubriese quién era el miserable que intentaba matarla lo haría. Creo que me estaba aferrando a eso con la esperanza de no alejarme de Adara. De no perderla. A quién quería engañar. Ya la había perdido.

Había hecho un listado con las personas que querían hacerle daño a Adara. Empezando por Tommy. Ese imbécil quería separarnos. Quería a Adara. Y me había dado a pensar detalladamente, que si él no la tenía, tampoco la tendría yo. Y eso me ponía furioso. Jake intentó sacarla del pueblo —no solo él— pero lo vi demasiado temperamental ese día. Se había convertido en sospechoso con dos o tres más de Roundstone.

Me recosté sobre el asiento apoyando un codo sobre el reposabrazos, y me froté la frente. Nunca debí aceptar el reto de Adara. ¿Pero es que acaso tenía alguna forma de poder negarme? Con ella nunca habría un «no». Al menos a lo que se refiere a los desafíos que sabe que me encantaban. Debería ser más fuerte cuando me desafiaba de esa manera tan provocadora y que me incitaba a aceptar. Pero con ella simplemente no podía. Aunque me irritara aceptarlo.

Si no dejé que lo nuestro llegara hasta el final era porque nada cambiaría. Follaríamos... ¿y qué? Luego ella se arrepentiría y todo seguiría peor, mucho peor.

Me quedé con la mirada perdida en la biblioteca. Quiso saber de Sam. Demonios. ¿Cómo Adara sabía de él? ¿Quién le habló de Sam? Me pilló con la guardia baja hasta el punto de hacerme sentir lo amargo y agónico que fue ese día que me marcó para siempre. Esa fue una de las razones por las que dejé el juego de lado y me impuse como el vencedor de esa lucha, demostrándole mis técnicas de esgrima. Inhalé con profundidad. Que mencionara a Sam me puso con los pies en la tierra. Adara fue la que me hizo verme en mi propio reflejo. Lo que pasó ese día con Sam... tensé la mandíbula desterrando rápidamente ese doloroso recuerdo para no hacerme más daño del que me había hecho durante años. Tenía que proteger a Adara de mí. Yo era peligroso para ella. ¿Cómo pude imaginar siendo totalmente un idiota que podría encontrar la felicidad con ella?

Aun cuando estaba ensimismado en mis pensamientos retorcidos, advertí el sonido de una canción. Fruncí el ceño levantando la cabeza.

¿De dónde venía esa música?

Me levanté de la silla saliendo de la biblioteca siguiendo esa música que tenía un tono melodioso y dulce. Esa música me llevó hasta el Salón de Esgrima & Ballet. La puerta estaba entornada. Apoyé mi mano en ella abriéndola lentamente para descubrir con asombro a Adara bailando en medio del salón. Me quedé sumamente fascinado. No pude salir del hechizo que me había echado al quedarme así de embobado mirándola. Recosté un hombro sobre el marco de la puerta y no perdí detalle de cómo se movía. Llevaba un top negro de tirantes que dejaba al descubierto su vientre y esas curvas que me volvían loco. Unas mallas negras ajustadas abrazaban sus piernas kilométricas. Sin nada en los pies. Se movía con soltura, con confianza, con gracilidad.

El deseo de Adara [Deseo Éire #2] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora