Sinopsis con spoilers del primer libro. ⚠️
Adara se enfrenta a una verdad que no esperaba.
Enzo. El hombre que ha despertado deseos en su atormentado corazón. El hombre que ha conseguido que creyera en el amor. Es Price. El otro hombre que la buscó...
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POV: Adara
Dan se quedó reticente de seguir al terminar el camino de tierra que daba entrada a los acantilados. Se metió las manos en los bolsillos con los hombros encorvados.
—Yo te espero aquí.
—Vale —dije sin entenderlo, pero aceptándolo ya que se veía inquieto de ir más allá del camino.
Caminé por la suave hierba de los acantilados. Aquí el viento azotaba con más fuerza que en el pueblo. No tardé en visualizar a Aliza. Se encontraba muy cerca del mismo borde en el que yo me quedé la última vez. Y en el que hice que Enzo entrara en pánico. Estaba de rodillas, cabizbaja y con una rosa blanca entre sus manos que dejó contra su pecho.
—Sam —susurró con dolor, y me detuve en el acto—. Te echo mucho de menos. Todos te echamos de menos. Pero sé que Enzo te echa más de menos que cualquiera.
Parpadeé desconcertada. ¿Sam? ¿Y por qué Enzo era quien lo echaba más de menos? Estaba invadiendo su espacio personal. Me sentí mal por ello. Y sacudí la cabeza decidida a darme la vuelta. Ya tendría tiempo en otra ocasión de hablar con ella.
—¿Adara? —me giré hacia ella al verla mirarme con la cabeza ladeada hacia mí—. ¡Qué sorpresa!
Se levantó apreciando como dejaba la rosa blanca sobre la hierba.
—No quería molestarte —dije avergonzada.
—No molestas, tranquila —me dio un confortante abrazo que no esperé la verdad. Me sonreía aunque esa alegría no le llegaba a los ojos. Parecía que no era la única machacada emocionalmente hoy. Su sonrisa se evaporó tras ver mi aspecto—. ¿Te ocurre algo?
—Es cansancio nada más —mentí para no preocuparla.
—Enzo no te deja dormir mucho por lo que veo —me dio un suave codazo en mi brazo. Me tensé. Ella lo notó, y se arrepintió al instante sintiendo como se sonrojaba, sacudiendo la cabeza—. ¿Perdona? No soy muy buena haciendo bromas.
—No importa —murmuré. Y recordé con dolor y desesperación que Enzo ya no me tocaría más porque yo había terminado nuestra relación.
Ambas nos quedamos mirando el inmenso mar.
—No sabes lo agradecida que estoy de que Enzo te haya encontrado —me comentó rebosante de felicidad como si no pudiera retenerlo más.
—¿Por qué?
—Nunca lo había visto así.
—¿Así cómo?
Esbozó una sonrisa, mirándome.
—Con un nuevo rumbo en su corazón. Un horizonte perlado por el sol eterno. La luz. Hace mucho, mucho tiempo que no veía la luz en su mirada. Él ha pasado por momentos muy difíciles en su vida. Algunos lo han llevado a tomar decisiones de las que sé que no se siente orgulloso. Pero sé que la vida no podía ser tan injusta con él. No sé cómo lo has hecho —me dirigió una mirada de agradecimiento—. Pero no dejes que esa luz se apague.