La hormona de Jack -Fack

Nine

(Ortografía en revisión)

Gire una vez más en mi cama. Hacía un calor terrible. Se sentía una soledad terrible. Necesitaba tomarme unas pastillas, no tenía idea si así con la cabeza llena ocupa iba a poder conciliar el sueño.

Opte por levantarme e ir al sofá, después de todo, no había nadie más que se quejara por la mañana, no habría malas caras.

— Levanta estorbo.

— Amaneciste de buen humor he — le dije con los ojos entrecerrados por el sueño a Finn.

— Cállate.

— Uh de acuerdo princesa.

Recibí una mirada de advertencia por parte de él y sonreí.

— Terminas por hacer que parezca un asco toda la sala — se quejó y yo puse lo ojos en blanco.

— ¿Desde cuando eres tú, el delicado?

— No soy delicado.

— Mhm... sí.

— Tengo que irme — tomó su mochila y me lanzó una manzana, salió por la puerta maldiciéndome por haberse tropezado con mis zapatos.

Negué con la cabeza riendo.

Me acomode en el sillón, con una botella de agua en mi mano derecha y las pastillas para dormir en la mano izquierda. Mañana comenzaban mis prácticas de basquetbol y no quería llegar cansado.

(...)

Baje del coche con mi mochila colgando de mi hombro derecho. Cerré la puerta del conductor y caminé para entrar al gran internado, pensé que este último año será genial, la universidad estaba más cerca de mi, no tenía ni la menor idea si quería quedarme en el apartamento, que además de estar pagado por partes iguales entre Finn y yo, siempre lo sentiría vacío, ya no más mejor amigo.

Y por poco lo olvido, no se que diablos hacía Sophia con él, hace más de tres años a ella le gustaba Finn, pero el tiempo pasó y el comportamiento de él, terminó por cabrearla y olvidarse de él.

Saque de mi casillero dos libretas, lo cerré y a mi lado estaba Dess, tan deslumbrante como siempre, ella sonrió.

— ¿Cómo estas?

Fatal, harto de esta situación.

— Genial... ¿y tú? — traté de no sonar ronco, traté.

— No te veo cara de genial — encarnó una de sus delgadas cejas — Y yo estoy bien gracias.

— ¿Y de qué tengo cara entonces? — pregunte y es que también traté de no sonar irritado.

De nuevo, traté.

— De preocupado.

La miré y antes de hablar su móvil sonó.

— Perdón — me dijo, asentí y contestó.

Se alejó unos metros y solo me quede apoyado en mi brazo izquierdo, viéndola. Es que sin duda era una chica muy guapa, muy inteligente, no era una creída, no trataba mal a nadie.

A excepción de su hermana menor.

Seguía observando cada gesto que hacía, como juntaba sus cejas, como se mordía el labio. Hace poco, esos gestos me hubieran matado. Hoy no eran algo que me entusiasmaba, era como si mis emociones se estuvieran tomando unas vacaciones y me volviera un grinch.