thirteen

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No es tan malo traer a vivir a un animal a un apartamento ¿o si?



Conclusión... tal vez si.



Han pasado varios días desde que había hablando con Finn y Sophia. Hoy era un viernes tranquilo y no había nada que lo hubiera podido arruinar —  a excepción del pequeño gato que estaba viviendo  conmigo — pero s eso me atenía. Ayer Dess vino a recoger sus cosas, me había agradecido la hospitalidad, desde que se quedó a dormir aquí, no quiso tocar el tema del porque no quería regresar a su casa en ese lapso de tiempo.



Metí mis cosas en la mochila y alcé al gato — que por cierto se llamaba Calvin — con mi mano derecha que estaba libre. Mi vecina soltera le estaba tomando cariño al gato. Siempre lo cuidaba mientras no estaba y mientras ella estaba de días libres. Sus padres eran adinerados y suponía que no le faltaba nada, incluso ella me había rechazado el intento de paga, no se, sentía raro que alguien hiciera cosas de gratis.





De camino a la escuela estaba relajado, con paz mental, bueno no tanta, pero era algo que me mantenía enfocado y separaba mis sentimientos de el estudio.



Al llegar a mi primera clase decidí evitar como siempre las miras curiosas sobre mí y que por supuesto también se las daban a Finn. La anatomía humana era muy aburrida aunque desde otra perspectiva tampoco lo era tanto, además mi forma de aprender anatomía humana era mucho mejor y más divertida.



Llegaba un punto en que era verdaderamente aburrido y cansado escuchar a la maestra, lo único que veía era como sus arrugas de la barbilla se movían al hablar...



—    ... está de acuerdo con su compañero señor Grazer?


Salí de mi pequeño trance y divisé que toda la maldita clase me daba una mirada divertida, a excepción de la mirada acusatoria de la maestra.




— No escuche muy bien lo que dijo mi compañero — me limité a responder.



«Tampoco se que compañero había hablado  de hecho»



— Sería tam amable de repetir lo que dijo joven Wolfhard.



Oh miren, el gran Wolfhard como siempre había dado su opinión y acertadamente en esta clase, donde siempre destacaba y la maestra lo miraba con ojos de adoración. El muy descarado sonrió y hablo.



— Si como dije «La anatomía humana puede ser conformada por divisiones y subdivisiones en distintas metodologías de representación»



Puse los ojos en blanco, yo no sabía ni mierda de lo que estaba diciendo.



— ¿Qué opina usted Jack?



Que debería jubilarse hoy mismo.



— Que... está genial.

Uno que otro traidor soltó una risa, la maestra cansada de lidiar conmigo solo se dió la vuelta y en ese momento el timbre sonó.



Bendito sea el timbre.

                                  (...)


Durante las siguientes horas no había vuelto cruzar ninguna mirada o palabra con nadie, me estaba volviendo un antisocial, no me importaba la verdad. Me sentaba en el césped y veía alguna película en mi móvil — siempre me quedaba a medias, por falta de tiempo claro — pero era lo mejor,  para matar el tiempo.


La hormona de Jack -FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora