Fourteen

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— Su gato es muy tranquilo.

Asiento con la cabeza, yo también creía eso de Calvin.


— ¿Está todo bien?


— Sí, lo hemos castrado y bañado.


— Genial.


Después de pagar y acomodar a Calvin en mi brazo derecho, camino hacia la puerta de la salida. No he recibido una llamada de Finn durante todo el día. Tal vez se arrepintió.


Pero qué más da.


Después del trayecto hacia el departamento, Calvin no ha dejado de estar inquieto, ese gato era bipolar. Después de unos minutos llegamos, adivinen; el gato se ha calmado cuando he apagado el coche.


Traidor.


Las llaves no entraron a la primera y me desesperé, porque tampoco entraban en la otras oportunidades. Baje al gato y lo hice de nuevo, venciendo un obstáculo más.


Empuje y volví a alzar a Calvin. Entré y cerré la puerta. Me metí las llaves en el bolsillo y giré.


Ahí. Con una ceja encarnada. Finn comía papas, con toda la confianza del mundo.


Calvin saludo con toda confianza, su maullido fue más alegre de lo normal. Se retorció para que lo dejara libre y así lo hice, el mañoso corrió a donde estaba Finn.


— Así que este es famoso Calvin.


Finn miraba como el gato se retorcía a su lado.


— Sí... eh... es muy confianzudo.

— Ya lo noté.

— Bueno... ¿tienes hambre? — mire su bolsa de papas.


— Te agradecería que hicieras algo, porque sí — echó la cabeza hacia atrás y suspiró.


— Vale.


Después de haber calentado algo de comida, preparamos la mesa. En silencio, lo único que hacía ruido era Calvin, siempre quejándose de todo. Servimos y nos sentamos.


— Se ve menos morado.

Finn arrugó la frente, supuse que no sabía de qué estaba hablando.


— El golpe en tu cara.

— Oh sí eso — dió un sorbo a su bebida y habló — Me duele menos que ayer.


Se encogió de hombros.


— Igual se ve muy genial.


Y guapo.

Me moví incómodo en mi lugar por ese pensamiento.

— Sí... me veo rudo.


— Podría ser al revés.


Finn me dedico una mirada divertida.


— A mi no me derribaron de un solo golpe.

— Me tomó desprevenido — me defendí, indignado.

Reímos al mismo tiempo.


— Bueno... la verdad no se que decirte.

Dije de repente, Finn dejo de mirarme y se quedó estático por un par de segundos, ninguno sabía qué decir, era más fácil ignorar lo que estaba sucediendo y seguir normal, pero había cosas que se tenían que aclarar.

La hormona de Jack -FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora