Twenty

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(Capítulo no corregido)

Ni si quiera el sol, era tan molesto por la mañana. La voz de Clark se escuchaba hasta Marte y de regreso. Me moví incómodo en la cama y gruñí porque realmente quería seguir durmiendo.

Mi móvil sonó y volví a gruñir de lo fastidioso que empezaba a ser el día. Conteste la llamada en el tercer tono.

— ¡Arriba, arriba! — la voz de Dess se escuchó por el móvil y puse los ojos en blanco.

— Déjame dormir joder — y me entró la suficiente valentía en ese momento, así que le colgué.

Volví a acomodarme en mi preciosa cama y cerré mis ojos, olvidándome de todo lo que estaba a mi alrededor.

Pero no duró nada mi espléndido sueño.

Unos golpes en la puerta me hicieron levantarme y abrir con mala cara. Dess y Sophia estaban vestidas con colores elegantes y lisos. Estaban muy guapas. Bueno eso las salvaba de querer echarlas de mi habitación.

Así como si nada me hicieron a un lado, para entrar. Las dos venían platicando como si yo no existiera y eso me exasperaba todavía más.

— Pero ve Shop... yo te decía que te remarcaras más el delineado.

— Es que sentí que era demasiado.


Escuche que seguían hablando y cerré la puerta de mi habitación con mueca de aburrimiento.


— ¿Qué hacen aquí? — pregunté y me crucé de brazos mientras las observaba con una ceja encarnada.


Ellas al parecer salieron de su burbuja y me miraron. Ambas hicieron una mueca de desagrado.


— ¿No te has arreglado? — preguntó Sophia, recorriéndome con la mirada de arriba a bajo.


— Son más de las 10 de la mañana Jack, por Dios — le siguió Dess con la misma mirada.


Tenía que estar en la iglesia a las 12 y yo apenas me había despertado. Genial. Eche un vistazo a las bolsas de las compras pasadas y me resigne a hacer lo que aquellas dos querían.

— ¡Manos a la obra! — gritó Dess.



(...)


Jalé el cuello de mi camisa, hacia un calor infernal — en la iglesia —, eso era un mal chiste. Sonaba mejor en mi cabeza y sentía los nervios de punta.


La verdad es que no estábamos en la iglesia, estábamos en el gran jardín de la enorme casa en la que Clark y mi padre viven. Mire a Clavin quien estaba dormido plácidamente en mis piernas y no me permitía moverme. Estaba sentado en la primer banca, cerca de el altar y aún seguían llegando más invitados.


Pero no había señales de Finn.


Apenas hace unos minutos me acaba de enterar que Clark tenía una hija grande. Yo había quedado un momento en shock. No era muy agradable que me hubieran ocultado eso, bueno no cambiaba casi nada, más que, yo iba a tener dos hermanastras.

Solo vi cuando llegó aquella castaña — muy guapa por cierto —, sonriendo y con un vestido largo color crema.

— Hola... soy Mercy — dijo extendiendo su mano en forma de saludo.

La mire y luego le di la mano también.

— Yo soy Jack — le sonreí y ella asintió.

La hormona de Jack -FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora