Capítulo XXII

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-Pau, estás pálida, no me digas que…

-Positivo.

… Una línea lo cambia todo… esto debe estar mal…

-Ale, ¿qué porcentaje de error tiene esto?

-En la caja decía de 2%

-Compra otra, tal vez yo pertenezco a ese 2%.

-No lo creo Pau, eso es muy raro que pase, solo puedo decirte que creo que debiste haberte cuidado, nosotros podemos convencer a las mujeres de hacer muchas cosas, el problema es que no sabemos medir las consecuencias y podemos elegir si nos afecta o no, todo por una mejor sensación.

-Gracias por tu apoyo. – digo con mucho sarcasmo.

-Ven acá hermanita. – Me abraza – no te preocupes, todo va a salir bien, si necesitas un papá para esa criatura yo te ayudaré, solo no quiero que me confunda con su padre porque el día que aparezca no quisiera que nadie sufriera, ¿está bien?

-Está bien Ale.

Dos meses después.

No puedo creer como mi cuerpo cambia tan rápido ya apenas se está empezando a notar mi pequeña criatura, empiezo a quererlo, tengo ya todo listo, mi oficina nueva, mis carros nuevos, mi casa nueva. Con respecto a la casa me gusta mucho, tengo una piscina para mi sola y bueno en un futuro para mi bebé, además de mi perrita Almendra, su nombre proviene de su color almendrado, es tan juguetona, es una pequeña Yorkshire Terrier.

Voy al médico para mi primer eco, quiero que todo esto sea sorpresa así que vendré sola por esta vez.

-Doctora, ¿ya podré saber el sexo del bebé?

-Todavía no, tal vez de aquí a dos meses más podremos saberlo cuando ya esté más formado, si puedes ver en la imagen tienes un pequeño que se ve sano – me muestra en la pantalla que tiene al frente.

Me conmueve todo esto, me da tanta alegría, no sabía que todo esto se iba a sentir tan bonito. Es algo más que creo que me ha hecho volver a nacer.

Cuando salgo de la clínica decido escribirle a mi mamá e irme para su casa.

*Mami, ¿dónde estás?*

*En la casa hija, ¿vas a venir a visitarme?*

*Voy para allá, pero antes quiero que te sientes*

*¿Para qué?*

Le envío la foto del eco de esta tarde.*Felicidades mami*

*Hija no lo puedo creer, por fin tendré nietos, FELICIDADES A TI TAMBIÉN <3*

Llego y toco el timbre de casa de mi mamá.

-Hola cariño, felicidades – me abraza y me da un beso en la mejilla.

-Gracias mamá, ¿lo viste?, ¿no te parece bonito?, es una bolita creciendo dentro de mí, jamás pensé que esto pasaría.

-Es hermoso hija, y dime algo, ¿cómo lo cuidarás tú sola?

Esa pregunta no me gustó mucho, ella ya sabía lo de Ethan, pero no esperaba que tocara el tema.

-Nada mamá, Alejandro me ayudará con él.

-Y yo también, sé que trabajas y lo difícil que es tener un hijo, así que también cuentas conmigo para esto.

-Gracias mamá.

El gran día.

-Alejandro.

-Dime fastidiosa.

-Creo que ya viene.

-¡¿QUÉ?!, no es posible, tengo que llevarte ya al médico. – me carga y me monta en el carro.

Fuimos a la clínica lo más rápido que se pudo, sentía que iba a tener a mi bebé aquí, esto duele tanto, no dejaba de gritar por todo el camino lo mucho que me dolía.

Cuando por fin llegamos los médicos de emergencias me atendieron y procedieron de una vez  a realizar el trabajo de parto, mientras me llevaban al quirófano me preguntaron cosas como el tiempo de embarazo y datos personales, solo quería que este momento terminara para poder conocer a mi bebé.

No paro de sudar y retorcerme del dolor, a mi lado estaba mi hermano y mi mamá tomándome de la mano ayudando con el trabajo de parto, más unos cuantos doctores, entre todos me decían que respirara y pujara, pasamos un largo rato hasta que por fin escucho un llanto.

El doctor se acercó a mí cargando a mi bebé, sentía como las lágrimas caían de mis ojos.

-Felicidades señorita Lauren, es una niña – la puso en mis brazos.

Ese corto tiempo con el ella en mis brazos, fue suficiente como para comprender lo mucho que la amaba a pesar de no haberla visto nunca y poder comprobar que no hace falta ver a alguien para enamorarse.

Ya en la habitación de la clínica me sentía mejor, tenía a mi bebé durmiendo a mi lado y a mis familiares y amigos conmigo.

-Y… ¿Cómo le pondrás? – Preguntó Alejandro

-Phoebe.

-Me encanta, está muy lindo, seguro será una niña muy dulce.

-¿Puedo conocerla? – Dice Ethan entrando a la habitación.

No entiendo qué hace él aquí, no sé qué más quiere de mí, si es a mi hija que ni piense que se la daré.

-No – Dice Alejandro

-Si – Respondo viendo feo a mi hermano.

-Es tan hermosa – dice Ethan – como su madre, tiene tus hermosos ojos azules.

-Ok gracias, pero ¿qué haces aquí?

-¿Podríamos hablar eso en privado?

-No – dice Alejandro.

Sé que lo odia, pero será que nunca se calla…

-Claro que sí, familia, disculpen, pero podrían dejarnos solos un momento.

Salen todos.

-Ahora sí dime, ¿qué se te ofrece?

-Quisiera pedirte disculpas y también que me digas cómo romper ese hechizo.

-Disculparte no, pero creo que has sufrido bastante, no existe ningún hechizo ni nada así, solo jugué con tu mente y te hice creer que no serviría.

- O sea, ¿que siempre funcionó y yo creía que no?

-Exacto, ¿quieres saber algo más?

-¿Aún me quieres?

-No, te odio, no sé qué haces aquí, no quiero saber nada, pero nada de ti, eres una basura y para mí fue un agrado que no pudieras hacer nada de nada durante este tiempo y que sufrieras bastante, ahora que todo está aclarado ¿te vas?

-No, aún no, ¿podría ver más seguido a mi hija?

-Por supuesto, es tu hija y tiene derecho a conocer a su padre, pero tu contacto será solo con ella, si deseas verla podemos fijar días para que lo hagas, da igual si vas o no, el punto es que ese será tu día y si te lo perdiste tendrás hasta la otra semana para verla, ¿entendido?

-Ok, ¿pueden ser los miércoles y viernes?

-No, un día.

-No me quites ese derecho Paula, por favor, dame solo dos días.

- Está bien, ahora ya que tenemos todo, puedes irte y no quiero que tu amiguita Naomi venga también por acá a arruinarme el momento.

 -Lo siento. – se va

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