Capítulo XXIV

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Catorce años luego.

Mi hija crece muy rápido, junto con Ethan he podido hacerlo, a pesar de que él solo al principio la visitara dos veces a la semana, luego se convirtieron en tres hasta llegar a las veces que él quería, pero siempre era fijo que estuviera un miércoles y un viernes, no faltó a ninguno, la quiere tanto.

-Mamá, mis amigos van a llegar a las cinco a la fiesta, vamos a comprar las cosas.

-Está bien hija, ya me alisto para salir al súper mercado.

Hoy mi princesita cumple catorce años, el tiempo ha pasado tan rápido, ya quiere empezar a teñirse el cabello y hasta quiere tatuarse, solo espero que se le quiten esas locas ideas, adoro su cabello, es tan hermoso, es una combinación de colores pero siempre manteniéndose rubio.

-Mamá, ¿podemos ir también al centro comercial?

-Sí, pero ¿para qué?

-Para ver cosas, ya sabes.

Siento que se trae algo en mente, suele comportarse así de raro cuando tiene algún plan extraño.

Fuimos al súper mercado, todo lo que veía Phoebe lo quería comprar, es increíble esta chica, no es así con la ropa pero sí con las fiestas.

Mientras veo unos productos para la piel, alguien me habla.

-Sé muy poco de esto, podrías recomendarme algo.

Esa voz… me parece haberla oído antes.

-Sí bueno, depende de lo que quieras, hay cremas para hombres pero del otro lado, estas no te las recomiendo porque olerás a perfume de mujer. – digo señalando los estantes.

-Paula… -Dice.

¿Cómo es que se sabe mi nombre?, cuando volteo su cara me parece muy familiar, un italiano…

-Disculpa, pero ¿me espías? Es decir, ¿cómo es que sabes mi nombre?

-Bueno, supuse eso, creo que me recordarás mejor como Biagio Abbatelli, en Las Vegas.

Wow, cómo es que aún se acuerda de mi nombre, de mi cara.

-Hola, hacía ya hace mucho que no te veía creí que no pasaría ya.

-Yo igual, pero estas son las vueltas que dan la vida.

-Mamá ya tengo todo, ¿podemos irnos? – Dice Phoebe cuando llega con unas cuantas cosas.

-Ya nos vamos cariño, Biagio, ella es mi hija Phoebe, hoy cumple años, y estamos organizando todo, así que tengo que irme, nos mantenemos en contacto, toma mi tarjeta – se la doy – ahí está mi número, chaito.

-Chao y feliz cumple Phoebe.

Fuimos al centro comercial ya que Phoebe estaba tan entusiasmada con irse. Me llevó a un lugar de tatuajes y piercings que se encontraba ahí.

-Mamá, ¿puedo?

-¿Puedes qué?

No me ganará.

-¿Puedo tatuarme?

-No, ya te lo he dicho estás muy chiquita aún.

-No, no lo estoy ya tengo catorce, porfa hazlo por mi cumple ¿sí?, será algo muy chiquitito porfa, ya mi papá me dio permiso, solo faltas tú.

-Ah es que estás en complot con él en todo esto.

Lo mataré por meterle estas ideas locas a mi hija.

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