Meses después...
Unos toques provocaron que ella saliera del letargo, pero los ignoró. Pensó que se trataba de Jack que quería que saliera de la cama.
—Keily.
Alan entró despacio y se detuvo a cierta distancia de la cama. Keily se cubrió con la manta de pies a cabeza y le dio la espalda. Él resopló y se pasó una mano por los rizos como siempre hacía cuando estaba frustrado.
El secuestro dejó secuelas en Keily. Duró un tiempo hospitalizada y se enteró de la muerte de Rose varios días después de que la hubieran sepultado. No lo procesaba y, más aún, se odiaba porque ni siquiera pudo despedirse. Asumió la culpa de lo que sucedió. No superó que Charlotte y la bebé estuvieran en riesgo por la droga que le suministraron.
Alan le dio la vuelta y retiró la manta que la cubría. Ella se atrevió a mirarlo a los ojos y vio cómo se reflejaba en ellos la angustia y la tristeza. La manera en que la observaba hizo que quisiera llorar, pero se contuvo.
—¿Por qué me evitas? —preguntó con el dolor goteando en sus palabras—. Lo que pasó te marcó, pero puedo ayudarte si me dejas. —Le acarició la mejilla con su pulgar y ella retrocedió, ganándose una mirada triste de su parte.
—Solo quiero estar sola. —Se giró de nuevo dándole la espalda—. ¿Es tan difícil de entender?
—Me has alejado desde que despertaste aquel día —insistió con preocupación—. Habla conmigo, soy tu novio. Quiero saber qué puedo hacer para que te sientas mejor.
Keily se dio la vuelta y lo encaró. Trató de transmitirle con los ojos que no deseaba nada de él ni de nadie. Alan negó con la cabeza, resignado.
—Vine a darte noticias de Gian, aunque estoy seguro de que no te interesa. —Ella tuvo el impulso de gritarle que no se equivocaba, que todo lo que pasó fue también su culpa y que cualquier cosa mala que le estuviera sucediendo la merecía. No lo hizo, en cambio, asintió para que siguiera hablando—. Se declaró culpable de todos los cargos —prosiguió con un hilo de voz—. El abogado que contrató tu padre dijo que hay posibilidades de que le rebajen la pena por sus confesiones, pero tengo miedo.
El pecho de Keily se estrujó al verlo tan vulnerable. Alan sufría por la situación de su hermano. Quiso abrazarlo para que se sintiera mejor. En cambio, se quedó en silencio fingiendo que no le afectaba.
—No sé por qué pierdo mi tiempo —dijo y se retiró azotando la puerta. Entonces, Keily volvió a caer en la miseria y permitió que las lágrimas salieran libremente.
***
Jack se encontraba en un restaurante y miraba su reloj cada dos segundos. Solo esperaba que ella no lo hubiera dejado plantado.
«Quizás se confundió con el horario o se le presentó algo», pensó y le preocupó la posibilidad de que hubiera tenido algún accidente.
Georgia se sentó frente a él y sonrió a causa de que Jack se puso nervioso cuando sus miradas se entrelazaron.
—Siento la tardanza, Jack. Se me presentó un inconveniente que no pude dejar pasar. —El aludido suspiró con alivio.
—No te preocupes, no tengo mucho tiempo aquí —mintió. Llegó muy temprano al lugar porque estaba ansioso por la cita.
Se recriminó que actuaba como un chiquillo con ella, pero no pudo evitar sentirse extasiado y emocionado por compartir con la bella mujer de ojos avellana que observaba el menú. No recordó la última vez que su corazón latió así por alguien y hasta lo comparó con lo que sintió por Escarlett hacía mucho tiempo.
Pidieron el almuerzo y comieron entre conversaciones profesionales sobre impuestos, fisco y matemáticas. Las charlas con Georgia siempre resultaban interesantes y profundas. Ella era una mujer de negocios, inteligente y apasionada con su oficio.
—¿Cómo siguen las cosas en casa? —cambió de tema drásticamente—. ¿Cómo has estado?
—Mejorando de a poco. Keily aún sigue en depresión —dijo con pesar—, pero Charlotte ya está recuperada.
Georgia sonrió. Desde que Jack fue llorando a su casa, porque sus hijas habían desaparecido, siguió muy de cerca la situación. Él le tomó la mano y la acarició con los dedos.
—Muchas gracias por estar ahí conmigo, cariño. No sabes lo que tu apoyo significa para mí.
Una vez llegaron a la casa de Georgia, él se sentó en uno de los sofás y ella desapareció hacia la cocina. Jack observó cada rincón fascinado, como la primera vez que estuvo ahí, por el toque minimalista del lugar. Georgia regresó con un vino y dos copas y se acomodó a su lado. Le dio un sorbo a la bebida con la elegancia que la caracterizaba.
Jack mantuvo los ojos fijos en sus labios. Se le acercó y la besó con dulzura. Ella le correspondió y lo agarró por el cuello, acariciando el pelo de su nuca.
—Me encantas, Georgia. Deseo que tengamos una relación seria y formal. —Sus ojos no se apartaron en ningún momento—. Me siento un tonto diciendo esto, pero quiero que seas mi novia.
Ella sonrió con suficiencia.
—Creí que ya lo éramos, Jack. No es necesario pedirlo como si fuéramos niños. —Rio con burla—. Pero no quiero estar en la sombra, ni siquiera le has hablado a tus hijos de mí.
—Sí lo hice —replicó deprisa—. Keily sabe quién eres tú. Dame tiempo para presentarte con los demás y con Charlotte.
Georgia chasqueó la lengua y se separó decepcionada. Entendía que la situación de Jack era difícil, aunque quizás él no le había puesto el suficiente esfuerzo.
—No te pongas así, mi amor. Te aseguro que desde que las aguas se calmen un poco hablaré con mi familia. —Ella suspiró.
—Ya conoces a mi abuela y primos, Jack. Te he presentado a mis amigos cercanos e incluso has visitado mis negocios —dijo con reproche. Se molestó porque se había abierto demasiado con él.
Georgia se cuestionó si hizo bien en contarle tanto a Jack, pero es que esos ojos miel le inspiraron confianza y no se pudo resistir. Él sabía de su vida solitaria desde hacía muchos años luego de la fatídica relación que una vez tuvo.
A un día de casarse con el hombre de sus sueños, él terminó con ella por teléfono. Su excusa fue que no podía unir su vida con una mujer que no tenía la capacidad de darle un hijo. Fue el peor día de su vida y, luego de meses sumergida en depresión, salió de su escondite como una mujer nueva. Se dedicó a estudiar y a los negocios hasta convertirse en su mejor versión.
Tuvo encuentros con varios hombres, pero todos se alejaban por su forma competitiva e independiente. Se había resignado a la soledad, no había tenido la necesidad de estar con nadie. Hasta que lo conoció a él. Un hombre próspero e inteligente, sin miedo a ser opacado por ella. Además, de lo apuesto que era Jack Brown. Así que, por el bien de la relación, tomaría las cosas con calma.
—No te preocupes. Entiendo y te esperaré. —Le retiró la mano que Jack había colado por sus muslos, debajo de la falda—. Iremos despacio en cuanto a esto. —Él ladeó la cabeza y no le quedó más remedio que aceptar.
ESTÁS LEYENDO
Bucle © [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)
RomanceDespués de un tiempo fuera del pueblo, Keily y Alan regresan para iniciar sus vidas juntos y sin inconvenientes del pasado. Ahí encuentran nuevos retos, rivales y renacen los problemas que parecían haber sido superados. ¿Podrán vencer los obstáculos...