Capítulo 28

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Keily corría por el pasillo de la clínica despavorida cuando una enfermera la detuvo.

—No puede correr por aquí, señorita —advirtió con amabilidad.

Se disculpó antes de entrar a la habitación donde se encontraban Jack, Carol y Zoe parados alrededor de Charlotte que tenía a su pequeña sobrina en brazos. Posó la vista sobre sobre Keily y sonrió de oreja a oreja.

—Mira qué hermosa es, Kei. —Se sentó en la orilla de la cama. La cargó y admiró a la pequeña Isabella Ricci. Su carita era una mezcla entre Gian y Charlotte. Resaltaban las escasas hebras rubias y su piel muy blanca.

—Es preciosa —dijo embobada, meciéndola suavemente. Jack se acercó y la abrazó. Los ojos le brillaron de felicidad.

—Es una bebé muy hermosa —dijo y Zoe chilló de la emoción.

Alan entró a la habitación y se paró cuando vio a Keily. Saludó sonriente y avanzó hacia ellas. No le pasó desapercibido cómo Carol arrugó la cara en desagrado.

—Nuestros genes son fuertes —expresó emocionado y Keily notó que su pecho se infló de orgullo. Entornó los ojos ante su reacción. Le pasó la nena a su hermana con cuidado porque empezó a llorar—. Toma, Gian quiere verla. —Alan le dio el celular a Charlotte e hizo videollamada con él.

Carol salió de la habitación deprisa.

Keily se levantó y se alejó de Charlotte para darle su espacio.

—Te ves hermosa con un bebé en brazos —susurró Alan, abrazándola por detrás. Keily se sonrojó y se le erizó la piel.

—¿Eso crees? —Se giró, encontrándose con la mirada verdosa de Alan.

—Estoy seguro, Kei. No sabes lo que daría por verte así con uno nuestro. —Abrió los ojos sorprendida. Deseaba algún día tener hijos, pero aún eran muy jóvenes. Alan se carcajeó.

—No te pongas así, preciosa. Me encantaría en un futuro. —Keily sonrió.

Observó a su hermana que estaba hablando con Gian en su propia burbuja.

***

Keily caminaba descalza sobre el fango. El vestido blanco se fue manchando poco a poco. Reconoció esa sensación. Los árboles, la fuente, y el cielo nublado no permitían que viera bien. Algo anda mal porque, con cada paso que daba, se abría camino a una grama verde brillante. La luz opacó el tono gris y las sombras.

Entonces, el panorama cambió. Los pájaros volaron y el agua de la fuente creó pequeños arcoíris al chocar con los rayos del sol. La brisa cálida hizo que el pelo se le moviera levemente. Detuvo su andar y admiró al hombre de su vida frente a ella. Deseaba que no fuera un sueño. Las lágrimas cayeron cuando se acercó y la fundió en un abrazo. Keily se aferró a su pecho, temía que se esfumara. Lloró desconsolada por el dolor agudo. Willy se separó y tomó su mejilla, limpiándola con su pulgar.

—No más llanto —dijo fuerte y claro, sonriendo como siempre lo hacía. Se alejó más, lo que provocó que ella se desesperara.

—¡No! —gritó, extendiendo los brazos hacia él. Giró el rostro y la observó por última vez con ternura.

Willy desapareció de su vista, pero ella sintió algo cálido en el pecho. Una paz que nunca había percibido se instaló en su interior. Solo así se resignó. No lo volvería a ver, pero jamás lo olvidaría.

***

—Vine a despedirme —dijo Arthur, observando cada rincón de la tienda de arte—. Ahora luce mucho mejor este lugar. —Keily asintió satisfecha por los pequeños cambios que había hecho, pero no dejó de lado el toque original y estilo del señor Griffin.

—¿Ya terminaste con los negocios que tenías pendientes?

—Solo era una excusa para conquistarte. —Se encogió de hombros—. Pero nada funcionó. —Su rostro cambió cuando notó el anillo de compromiso—. Yo te hubiese dado uno más grande y caro.

—Este es perfecto, Arthur. Además, eso nunca iba a suceder. Siempre te dejé claro que no quería nada contigo.

Lo sé, es muy afortunado el italiano. Si algún día cambias de opinión, me llamas. —Le guiñó un ojo y salió de la tienda

Días después, Georgia sonreía por cómo a Jack le temblaban las manos sobre el volante mientras conducía. Le había hablado a Charlotte, a Josh y a los demás sobre su relación con ella y ese era el día que la presentaría. Charlotte no lo tomó bien y duró días sin hablarle. Ella sentía que estaba reemplazando a su mamá. Josh no se sorprendió, al contrario, reconoció que su padre tardó mucho tiempo en encontrar otra pareja. Los otros, como Zoe, se sintieron muy bien porque Jack merecía ser feliz.

—Se supone que la que debe estar nerviosa soy yo, amor —le dijo, divertida, y él resopló.

—Es que no quiero que te sientas mal por algo. Puede que al principio no le caigas muy bien a una de mis hijas.

—Te preocupas demasiado, Jack. Soy una mujer que puede soportar esas cosas. Tú tranquilo, sé que todo va a salir bien. —Tomó una de sus manos y la besó dulcemente.

En la sala de los Brown se encontraban Josh, Charlotte, Marian, Keily y los bebés. Charlotte parloteaba sobre lo mal que se sentía porque su papá había dejado de lado a Carol y siguió su vida sin ella.

—Ni porque tienes una hija aprendes. No es tu decisión ni la de ninguno de nosotros —dijo Josh hastiado—. ¿No te hace feliz que Jack sea feliz? Porque mi mamá y él se la pasaban peleando.

Charlotte le iba a refutar, pero la entrada de Jack al salón seguido de Georgia se lo impidió. La primera en acercarse a saludar fue Keily, con una gran sonrisa.

—Mucho gusto, soy Keily. —Le extendió la mano y ella correspondió.

—Un gusto conocerte, querida. —Acortó la distancia y le dejó un beso en la mejilla.

Cada uno de ellos se presentó y se saludaron con calidez.

Charlotte habló poco y miraba de reojo varias veces a la mujer que estaba en una amena conversación con sus hermanos y padre mientras comían. No evitó hacer comparaciones de ella y su madre. Encontró a Georgia muy cariñosa y amable comparado a la impresión que le dio cuando la vio por primera vez.

Creyó que era una aprovechada, calculadora y fría, con aires de superioridad. Suspiró al ver que su padre sonreía y cómo se tocaban las manos inconscientemente. Decidió unirse a la conversación. Le dio una oportunidad, el bienestar de Jack era lo que en realidad importaba. 

 

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Bucle © [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora