Capítulo 2

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—Te extrañé tanto, pequeña.

Jack acorraló a Keily entre sus brazos, la aferró en su pecho mientras se movía de un lado a otro. Ella le devolvió el abrazo y cerró los ojos disfrutando de su calor.

—Ya estoy aquí, papá.

Se separó un poco de él para mirarlo a los ojos. Jack sonrió y depositó un beso dulce en su frente.

—¡Kei! —chilló Marian al tiempo que avanzaba a ella tan rápido como se lo permitía su abultado vientre.

Se abrazaron con fuerza, luego se separaron con las manos entrelazadas. Las mejillas de su amiga estaban mojadas por el llanto.

—No llores.

Marian negó con la cabeza varias veces.

—Estoy muy feliz de que estés aquí.

Keily se mordió una mejilla interna en un intento de no sucumbir a las emociones.

—Te ves hermosa, el embarazo te sienta de maravilla —dijo mientras le acariciaba el vientre con suavidad.

Marian sonrió, pero había algo de tristeza en sus ojos. Aún no superaba la muerte de Willy, ninguno lo hizo, solo estaban aprendiendo a seguir adelante.

Zoe y Justin entraron al salón y el grito de la prima retumbó en las paredes.

—¡Oh, por Dios, estás aquí! —vociferó y dio saltitos de alegría.

Keily rio y, sin dejarla pestañear siquiera, Zoe se abalanzó sobre ella.

Después de la calurosa bienvenida de parte de su familia, Keily subió a la habitación junto a Zoe. Tenía que arreglar sus cosas. Ella se sentía extraña ahí a pesar de que su cuarto estaba tal como lo dejó. Tenía la sensación de que habían pasado muchos años.

Zoe la puso al día con todo lo que había sucedido mientras Keily estaba fuera. Una de las cosas que le contó fue que Josh vivía de nuevo en esa casa. Jack lo perdonó y, aunque lo aceptó de nuevo, le puso un sin número de reglas que él había cumplido al pie de la letra.

También comentó que Carol y Jack se habían visto un par de veces de manera clandestina, pero seguían cada quién por su lado.

—Me sorprende mucho lo de mi padre, creí que lo de ellos no tenía arreglo.

—No es nada serio, Kei. Fuera de ese chisme, todo sigue igual de aburrido. —Zoe bufó, fingió cansancio al momento en que se dejó caer en la cama. Keily se acomodó a su lado—. ¿Y Alan?

Keily sonrió por inercia al escuchar el nombre de mi novio.

—Él se fue con Gian. Tenían que arreglar algunos asuntos.

Se encogió de hombros al recordar lo que Alan le había dicho. Zoe sonrió con picardía.

—Cuéntame cómo lo has pasado todos estos meses.

Subió y bajó las cejas de manera sugestiva.

A Keily se le acaloró las mejillas por culpa de sus insinuaciones y se cubrió la cara con la almohada para ahogar la risa.

Al otro día, Keily despertó por unos toques en la puerta. Se cubrió el rostro y se sentó en la cama mientras se estiraba como un gato.

—Adelante —dijo en medio de un bostezo.

La cabeza de Marian se asomó y pudo notar que sus ojos estaban rojos e hinchados. Se levantó de un salto, preocupada, y le abrió la puerta para que entrara.

Marian se sentó en la cama de forma tímida y Keily la miró con detenimiento, buscaba algún indicio de dolor o malestar de parte de ella.

—¿Te sientes bien?

Marian asintió, después agachó la cabeza.

—Te traje esto, Kei —dijo, levantó su mano que estaba cerrada en un puño y que escondía algo que no había notado.

Keily extendió una mano hacia ella y Marian depositó algo frío.

Los ojos de Keily se nublaron cuando visualizó el anillo en forma de cruz que era de Willy. Su mente viajó a todos los momentos que pasó con él, cuando le cubría los ojos y el aro que yacía en su palma lo delataba.

—Es tuyo, Willy me había pedido que te lo entregara si le pasaba algo.

Keily negó con la cabeza.

—No debo aceptar, tú deberías llevarlo —susurró, aguantando las ganas de llorar.

Tenía que ser fuerte para su amiga, no podía derrumbarse delante de ella.

—Kei, es tuyo —insistió a la par que apretaba su mano entre la suya.

Keily lo introdujo en uno de sus dedos, pero le quedó bailando. Sus manos eran muy pequeñas en comparación con las de Willy. Se dirigió hacia uno de los cajones del armario, sacó un cordón y le puso el aro en forma de dije. Se lo colgó en el cuello y se quedó delante del espejo admirando cómo el anillo reposaba en su pecho.

—Lo extraño mucho. —Salió de su trance a causa de la voz de Marian—. Él se despedía de mí a diario. En ocasiones, yo me olvidaba de que estaba enfermo y me enojaba por tonterías. —Rio ante el recuerdo—. Willy me daba la razón y hacía de tonto para hacerme sonreír.

Keily la abrazó y los sollozos de su amiga provocaron que ella llorara también.

Mientras estaba lejos de ahí, pudo distraerse del dolor de su partida; pero cuando regresó y no lo encontró en los pasillos ni pudo volver a hablar con él, la herida que creía cerrada se abrió. Ese vacío que dejó su hermano se hizo presente de nuevo.

Entonces, pensó en su madre, en cómo le afectó su partida y su vida cambió drásticamente de un momento a otro.

Continuó meditando mientras consolaba a Marian y sonrió al pensar en su padre, en Zoe. En cada persona que conoció, en el amor que sentía por Alan y era correspondida. Llegó a la conclusión de que todo había sucedido por algo, se aprendía del dolor, de cada lágrima. Había seres que pasaron por su vida para dejarle lecciones y la convirtieron en una mejor persona.

—Nunca amaré a alguien como amo a Willy.

Las palabras de Marian la sacaron de sus profundos pensamientos.

—Yo tampoco. 

 

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Bucle © [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora