Capítulo 4

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Arthur invitó a Keily a salir al momento en que ella había llegado de hacer unas diligencias para la reinscripción de la universidad. Al principió se negó porque pensó que pasaría la tarde con Alan, pero eso cambió cuando recibió un mensaje de su parte donde le informaba que le tocaba trabajar.

Abrió la puerta de un hermoso vehículo deportivo para Keily, quien miró el interior minuciosamente mientras se acomodaba en el asiento. El aroma del ambientador mentolado y auto nuevo era exquisito.

En el trayecto, le habló de algunos negocios que quería iniciar en ese lugar. Keily, por su parte, estaba distraída mirando sus facciones. En ella había florecido la ligera sospecha de que le gustaba a Arthur, así que su conciencia le gritó que no estaba bien que aceptara algo de él. Deshizo esos pensamientos, al final de cuentas solo era un almuerzo.

Se conmovió de cómo Arthur se enteró del paradero de Joshua y quiso conocer a su hermano. También le comentó sobre su progenitor, lo distante que era con él y con el resto de sus hijos hasta que llegaron a un lujoso restaurante.

Keily se sintió fuera de lugar al ver a las personas con trajes elegantes y vestidos costosos. Ella solo llevaba unos jeans y una blusa que, aunque era bonita, no se comparaba con lo ostentoso de todos los presentes. Un mozo los dirigió a una mesa y Arthur le sacó la silla para que se sentara.

—No sabes lo feliz que estoy por tu compañía —dijo, tomando la mano de Keily entre las suyas.

—Buenas tardes, soy Alan Ricci y seré su camarero.

Ese acento paralizó el corazón de Keily, pero empeoró al momento en que hizo contacto visual con unos ojos verdes que la miraban con desprecio.

—A-Alan —tartamudeó presa del pánico por la ira plasmada en su rostro.

Los ojos del aludido se posaron en las manos aún entrelazadas de ellos y el cuerpo se le tensó tanto que se podía percibir en el ambiente. Keily deshizo la unión, lo que provocó que Arthur frunciera el ceño.

—¿Se conocen? —preguntó con desdén entornando los ojos de Alan a Keily.

—Es mi novio —logró decir con un hilo de voz.

—Oh, eso sí que es una sorpresa. —Arthur sonrió con cinismo—. Quiero que me traigas el vino más caro que tengas.

Alan les entregó el menú y se retiró en silencio. Keily lo siguió con la mirada, las manos le temblaban de miedo al pensar en todas las cosas erróneas que debía estar pasando por la cabeza de su novio. Debía explicarle que nada era como creía.

—Nunca pensé que tuvieras un novio camarero.

Quiso borrar la sonrisa engreída de Arthur, no iba a permitir que humillara al chico que amaba en su cara.

—Estudia Informática, solo tiene unos días trabajando aquí —dijo más cortante de lo que quería.

—Una chica como tú merece algo mejor, a alguien... —Arthur hizo silencio porque Alan llegó con el vino y dos copas.

—¿Listos para ordenar? —preguntó con desinterés, ni siquiera miró a Keily.

—Alan. —Lo tomó del brazo, estaba dispuesta a aclararle todo.

Él se soltó de su agarre de forma brusca.

—Ahora no, Keily. Estoy trabajando. —Su voz dura fue la causante de que ella se encogiera en su lugar.

—Quiero un churrasco a término medio con papas al horno. Para la señorita, un cóctel de mariscos.

Keily lo observó con rabia por atreverse a pedir por ella, como si se hubiesen puesto de acuerdo de antemano. Alan tensó los músculos y sus ojos lucían tristes, airados, desilusionados.

Bucle © [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora