Capitulo 21.

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Llegamos a la universidad y me despedí de Maickol casi de inmediato para ir a mi primera clase del día.

Para ser sincera no me parecen clases para mí son como un parque recreativo amo todo lo que tenga que ver con literatura, además que de por si se me da muy fácil entender a excepción de la parte en la que nos dictan ciertas leyes en lo referente a los derechos de autor eso si me aburre a morir pero aja, sacrificios del oficio.

Estoy caminando al otro extremo de las instalaciones de la universidad para ir a la otra clase, siento que me agarran del codo y me voltean bruscamente.

No sé si fue la brusquedad del movimiento o la persona que esta frente a mi que la única reacción que pude tener fue juntar tanto las cejas que parecían una sola.

—¿Qué cuentas? —Me dice con las manos en los bolsillos del pantalón de forma desgarbada como si fuera un gran amigo que tenía tiempo sin ver.

—¿Qué quieres? —Le pregunto con mucha más fuerza de la que pretendía.

—Quiero hablar, arreglar las cosas —Dice mirando el suelo.

—No hay nada que arreglar, Andru se acabo y pensé que había quedado claro la última vez que nos vimos —Le digo cambiando el peso de mi pie izquierdo al derecho.

—Si, hay muchas cosas que arreglar —Dice ahora si mirándome fijamente —¿No me extrañas, Allen? ¿Enserio quieres tiras tres años a la basura?

—¿Qué quiero que? —Le digo en tono incrédulo, muevo la cabeza de forma negativa y suelto una risa amarga —Esos tres años los tiraste a la basura tú, te recuerdo que estamos acá por tus actos no los mios, maldito infiel.

—Vamos, Allen no te hagas la santa ya sé que hablas con alguien —Al momento de decir eso, se arrepiente lo noto por como cambia el rostro.

—¿Tú como sabes eso? —Digo frunciendo el ceño.

—Porqué lo sé pero no pasa nada, Allen podemos olvidarlo, podemos iniciar de nuevo, podemos hacer que funcione esta vez —Suena sincero tanto que por poco le creo la actuación.

—No, Andru, ¿No puedes solo dejarlo estar? —Le digo un poco más calmada —Se acabo haz tu vida, yo hago la mía y ya.

—No, no, no, no, ¿Te acuerdas que dijiste que tú eras mía? —Dice en tono firme —Fueron tus palabras no las mías y, Allen eso no va a cambiar, tú eres mía, ni el idiota ese con el que hablas ni nadie te va a apartar de mi lado. Son solo etapas, Allen podemos resolverlo.

—Ya, ¿Una etapa que lleva tres años? No seas idiota, Andru —Le digo fuerte, me molesta su tono —No podemos resolver nada, porque resulta que no hay nada —Lo apunto como mi índice —, y espero que algo te quede claro pero muy claro, Andru no soy de nadie, ni tuya, ni del idiota ese como dices tú, yo soy mía. Estoy cansada que todos crean tener poder en mi, eso se acabo.

Me doy la vuelta dispuesta a irme pero me da la vuelta de nuevo pero con más brusquedad que la anterior y me pega a su cuerpo, haciendo que nuestros alientos se mezclen.

—Escuchame bien, Allen —Dice mirándome con los ojos desorbitados —No vas a estar con nadie que no sea yo, porque ambos nos necesitamos, ¿No lo entiendes? Solo nosotros sabemos como somos realmente, te conozco tan bien como a mi mismo, se cuales son tus miedos y tus demonios, tu sabes cuales son los mios.

—¡No! —Le digo soltándose de su agarre —Te vuelves a acercar a mi y te voy a poner una orden de alejamiento.

Parece caer en cuenta de lo que ha dicho, se dio cuenta de su error, Andru sabe muchas cosas de mi lamentablemente, y aunque me cueste aceptarlo tiene razón conocemos nuestros miedos e igual que conocemos a nuestros demonios.

DESTINO O CASUALIDAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora