Capitulo 32.

90 20 2
                                    

Siento que me están sacudiendo y logran que abra los ojos de golpe.

—Pero, ¿Qué? —Pregunto aturdida aún acostumbrando los ojos a la claridad.

—Despierta —Me llama Maickol.

—Por si no lo notaste estoy despierta, genio, ¿Qué pasó? ¿Y los chicos? ¿Están bien? —Pregunto alarmada.

—Los chicos están bien, es sobre el libro —Dice y asiento —¿Por dónde vas? —Pregunta serio.

—Capitulo 25, ¿Por...? —Pregunto con el ceño fruncido.

—Oh, no has llegado a... —Se detiene en seco —Procura que el día que lo termines yo esté cerca.

—¿Porqué? ¿Qué sucede? —Pregunto espantada —¿Lo terminaste?

—Si y el día que lo termines quiero estar cerca —Dice y me sonríe para tranquilizarme pero solo consigue todo lo contrario pero de igual forma no le diré nada

—¿Los chicos? —Pregunto.

—Viendo una película —Dice y se acuesta a mi lado —Verte dormir es tan relajante.

—¿Porqué? —Pregunto sin voltear a verlo pero de todas formas él se acomoda en un codo para verme.

—Te ves tan tranquila, tan en paz, no se te ve tu ceño fruncido ese mismo que pones cuando te enojas o te confundes, tampoco se ve la tristeza que a veces tus ojos muestran o el miedo, solo te ves como tú sin pensar en nada, muchas veces incluso sonríes dormida y es una imagen hermosa —Dice acariciando mi mejilla con sus dedos.

—Gracias —Le digo en voz baja y lo abrazo.

—Solo digo la verdad —Dice en voz baja.

—Aún así, gracias —Digo contra su pecho.

Duramos un rato abrazados hasta que yo me separó.

—¿Qué hora es? —Le pregunto buscando el ce celular.

—Como las cuatro.

—Dios mío, ¿Que eres algún dios de la lectura? —Pregunto incrédula y él ríe.

—No, y gracias. Tome un curso para leer y comprender más rápido las cosas por tu impresión creo que sirvió —Dice vuelve a reir por lo bajo.

—Me serviria esa clase —Digo y vuelvo a acostarme.

—Ah si, ¿Porqué? —Pregunta y me parece una pregunta boba, aún así la respondo.

—Para leer más rápido y me sería de gran apoyo para las clases —Respondo.

—¿Tienes dificultad con las clases? —Pregunta incrédulo.

—Obvio no, es para las clases que yo doy —Respondo y se incorpora rápidamente y me mira.

—¿Das clases? —Pregunta con la misma voz, yo solo asiento con la cabeza, con una sonrisa en el rostro por fin lo sorprendo —¿De qué? ¿A quien?

—De español, a niños, a adolecentes de escuela que se les dificulte español, literatura ya sabes —Digo con simpleza y él suelta un silbido.

—Profesora Allen —Me mira —Suena bien, ¿Alguna vez te dije que tengo la fantasía de hacerlo con una profesora?

—¿Qué? No —Digo riendo.

—Voy a ser tu estudiante, ¿Qué dices, profesora? —Dice con una sonrisa pícara y los ojos le brillan.

—Si, por pegarte unos buenos reglasos hasta aceptaría —Le digo riendo.

—Eso me pone —Dice y suelta una carcajada —Lo siento, lo siento. Es genial eso de dar clases pero, ¿Para que necesitas el dinero?

DESTINO O CASUALIDAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora