Capitulo 8.

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Después de repasarlo mentalmente nuevamente, no tenemos más opciones si queremos irnos sin que nos vean.

—Vamos a meternos bajo las mesas tienen suficiente espacio para pasar sin tocar a nadie —Le explico mirándola luce nerviosa, lucimos nerviosas mejor dicho.

—Pero tenemos que pasar por su mesa —Susurra histérica.

—Vamos a pasar con más cuidado que en las otras mesas —Le doy una mirada tranquilizadora.

Entramos bajo nuestra mesa guardamos las gafas y los sombreros porque se nos pueden caer o tocar a alguien. Yo llevo el bolso y Ely va atrás de mi.

Pasamos por las mesas esquivando piernas al azar. Maldita sea el momento en que decidimos sentarnos en la mesa mas alejada. Ya solo nos falta pasar su mesa la de adelante y salimos bien libradas de está. Estamos entrando por su espacio, Dios bendiga al dueño de este lugar por poner mesas tan anchas para poder pasar, ya estamos por seguir adelante. Pero claro soy Allen y el mundo siempre me habla solo para decirme "No mi ciela no cantes victoria que tú no ganas". Él estira las piernas y me roza el brazo quedo como en blanco porque no hago nada solo veo como baja la cabeza y me ve, su cara es de confusión, luego de sorpresa y termina por reconocer la situación, lo único que sale de mi boca es:

—¡Corre, Ely corre! —Salimos disparadas de las mesas y corremos a toda velocidad.

Menos mal su mesa era la ultima, estamos corriendo y ya estamos casi por llegar a el auto pero escucho cuando se abre la puerta de la cafetería, es él viene hacía acá no tengo voltear para saberlo. Llegamos a el auto, entramos a toda velocidad meto la llave y arranco a lo máximo que puedo para salir de aquí.

Ya estamos lo suficiente lejos como para que no se nos llegue a tire encima, por el retrovisor veo como esta en el aparcamiento aun parado con las manos en la cabeza.

—¿¡Que demonios!? —Dice Ely esta roja creo que de la sopresa, creo —Se supone que no nos verían, no que armaríamos un show ahí para destacar frente a ellos.

—Deja las groserías —La regaño —Me toco y no pude esquivarlo que querías que nos sentáramos con ellos y explicarles porque nos íbamos como unas ladronas.

—Bueno no —Se acomoda en el asiento y suelta el aire —Lo siento es que le di mas motivos para que me moleste.

—Cariño, ya te dije que tú forjas lo que te hace fuerte y lo que te hace débil, tú mandas en tú vida no los demás.

—Lo sé, es solo que me enfada que sea así sabes como me pongo y no quiero arriesgar mi puesto en la academia.

—Si quieres repetimos lo de los huevos —Digo medio en broma medio enserio y suelta una carcajada.

—No gracias no se sintió bien ser cargada como so fuera un costal de papas —Dice y yo niego con la cabeza.

Estamos a mitad de camino y tengo más de 20 minutos que veo el mismo carro atrás de nosotras desde hace un rato después de salir de la cafetería.

—Ely ponte el cinturón —Le digo aun viendo el retrovisor.

—¿Que pasa? —Tiene el ceño fruncido pero me hace caso y se lo coloca.

DESTINO O CASUALIDAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora