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—Madre mía está pálido -dijo Jesús acercándose a nosotros mientras yo seguía echándole agua a Daniel.

Este estaba muy mareado, pálido y tembloroso desde que había bajado de la atracción. Tenía claro que no volvería a montarse nunca más en alguna.

—Fue horrible -dijo este dandole un sorbo a la botella de agua.

— Es que eres exagerado bro -le dijo su hermano ayudándolo a levantarse.

Luego de aquella tarde salimos del parque de atracciones y nos acercamos al auto donde comenzó a conducir Jesús en dirección a la casa. El día fue divertido y aunque no nos montamos en todo la pasamos bien.

— ¿Te sientes mejor? -dije mirando a Dani mientras este tenía su cabeza en mi hombro.

— Ya estoy bien cielo -dijo con la voz ronca pues estaba a punto de dormirse a lo que yo apoye mi cabeza sobre la suya quedándome dormida junto a él.

Minutos luego :

—Despierta guapa -dijo en mi oído a lo que yo simplemente gruñí. —Eres vaga eh

Al instante sentí sus brazos cargarme por lo cual me agarre a su cuello aún sin abrir los ojos, aspire su olor que tanto me encantaba y una sonrisa se posó en mis labios al sentir como este beso mi frente.

— Que mono eres -dije mirándolo mientras el me tumbo en la cama.

— Bueno en la cama no lo soy eh -dijo haciéndome reír.

Agarre su brazo haciendo que se acostara a mi lado y me acurruque a su lado quedándome en silencio varios minutos, aún no podía creer que me tuviera que ir.

— Un día menos -dije en un susurro mientras sentía sus caricias en mi cabello.

— Se que nos volveremos a ver -dijo el mirándome a lo cual yo asentí.

— Pero probablemente ya tengas pareja para ese entonces -dije haciendo una mueca.

Vi como negó con su cabeza y luego lamo mi mejilla mientras se trepaba encima de mi observándome de manera fija y tierna.

— Lo dudo mucho Maddison, me has flechado -dijo bajito por la cercanía. —Y pensaba que eso era imposible acosadora

Al escucharlo me reí y le pegue una colleja floja en el brazo, a lo cual el se quejó pero luego me comenzó a dar pequeños besos en el mentón haciéndome cerrar los ojos.

— ¿no de puedo llevar en mi maleta? -pregunte en un susurro ronco.

— Mmm no seria mala idea eh -dijo antes de comenzar a devorar mi cuello tal como el sabía hacerlo.

— No pares -dije en su oído mientras agarraba su cabello.

Querido Daniel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora