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Al despertar estaba sola en la habitación, busqué a Dani con la mirada pero no estaba, me froté los ojos al sentarme en la cama y bostecé aún soñolienta. Me froté los brazos al sentir una ráfaga fría de viento y me fije en la ventana la cual databa abierta; por lo cual me acerqué a cerrarla.

Al asomarme al balcón pude ver a Daniel en la calle fumando un cigarro, vi como expulsó el aire y al instante fruncí el ceño al ver quien estaba a su lado, su ex pareja se encontraba junto a el con una sonrisa radiante en el rostro.

Me quede durante unos minutos observando aquella escena y sentí como mis ojos se aguaron al ver cómo está agarró su mano. Y el ni siquiera se alejó de ella.

Hoy era mi último día en Madrid ya que mañana saldría temprano al aeropuerto, era el día en el que se suponía que la pasaría genial junto a el no que tuviera que verlo con otra chica andar de la mano.

— Joder -dije bajito para mi misma al ver cómo este beso la frente de la chica de la cual aún no sabía el nombre.

—Maddison -dijo mi hermana entrando a mi habitación y al verme me abrazo con fuerza. — ¿que te sucede?

Yo simplemente señalé la calle intentando contener mi llanto, ella abrió los ojos al ver aquella escena y maldijo alto. Luego, acaricio mi mejilla haciendo que la mirara y recogió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

— Mañana nos vamos, intenta que esté lejos -dijo murándome a lo que yo asentí. —Que tenga huevos y deje de estar jugando a dos bandos.

—Ayer me dijo que me quería -dije bajito mientras cerré el balcón.

—Los hombres son expertos en mentir, tienen un don -dijo haciendo una mueca con los labios y luego cerró las cortinas. —Que le den por culo.

En ese momento reí bajito al escucharla, solté un largo suspiro y miré el techo intentando olvidar aquello. Luego escuché como mi padre puso música desde abajo y nos indicó que preparáramos las maletas.

Comencé a preparar la maleta, guardé la ropa, mis cosas y también guardé una de sus camisas que había dejado en mi habitación pero antes la olí durante varios segundos, aspiré su olor que tanto me gustaba y acabe guardándola.

Al tener la maleta lista la dejé en la entrada de la habitación y bajé a la cocina a almorzar una paella que había echo mi padre, cenamos los tres juntos y luego comenzamos a ver películas juntos.

— Te vez realmente triste -dijo mi padre captando mi atención. —Y se que es por dejar a Daniel aquí.

—Ahora mismo lo que más deseo es irme de aquí papá -el frunció el ceño. —Tal vez nunca debimos venir.

—¿Porque dices eso cielo? -dijo con curiosidad.

—Porque me he enamorado de la persona incorrecta papá, de alguien que al parecer ni le importan los sentimientos, porque me abrí con el papá, le conté todo y aún así no le importo.

Querido Daniel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora