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En aquel momento no sabía que hacer, me quede paralizada al ver cómo aquel chico me pilló mirándole, estaba avergonzada e incluso me sentía mal por haber presenciado su momento íntimo.

Lo único que logré hacer fue darme la vuelta y bajar al salón en el cuál se encontraba mi padre en una llamada telefónica y mi hermana se encontraba escuchando música en el televisor.

No podía sacarme de mi mente la imagen de aquel chico, sus brazos, su mandíbula marcada y sobre todo sus ojos cafés que intimidaban a cualquiera.

— Maddie hoy iremos a cenar fuera, ¿vale? -escuche a mi padre y asentí con la cabeza.

— Esta bien papá, iré a vestirme -digo al escucharlo.

Al vestirme escogí algo bastante sencillo, sabía que mi padre quería que me luciera pero el frío me lo impedía. Antes de salir observé la habitación de la casa del lado, esta vez estaba vacía, algo que agradecía pues no quería tener otra situación incómoda.

La cena ese día fue bastante rápida, fuimos a un restaurante cercano, cenamos, charlamos durante un rato, mi padre nos habló de uno de sus negocios y luego volvimos a la casa.

Nada más al llegar me di una larga ducha, me seque el cabello, utilice mis cremas y sin pensármelo me metí en la cama cubriéndome con las mantas hasta que volví a escuchar ruidos de la casa del lado pero, esta vez no eran gemidos, sino una discusión bastante fuerte.

Intente no mirar, pero me fue imposible ya que al escuchar un fuerte golpe caí sentada en la cama observando aquella escena que desearía no haber visto. Se encontraba el chico anterior con su mano ensangrentada, había golpeado un espejo, la habitación estaba llena de cristales y su hermano intentaba calmarlo mientras que la chica con la cual lo había visto lloraba desconsoladamente.

— ¿que ha pasado aquí? -me pregunte a mi misma mientras vi a la chica marcharse.

No entendía nada y sin duda la curiosidad me estaba comiendo, quería saber porque aquel moreno había golpeado el cristal.

— ¡No quiero volver a saber de ella Jesús!¡no quiero joder! -dijo llevándose las manos a la cabeza.

— Daniel cálmate, ¿si? Venga calma -dijo su hermano abrazándolo.

Era una imagen tierna pero a la vez triste, ver la sangre caer, el chico con los ojos rojos y su hermano preocupado por el e intentando calmarlo lograba que mi curiosidad creciera cada vez más, quería saber más, lo necesitaba.

— ¿porque siempre es lo mismo? ¿Porque siempre me acaban jodiendo? -dijo entre sollozos y ahí fue cuando me vio.

Me observo durante unos segundos en los cual me quedé helada, no sabía cómo reaccionar, ni si quiera sabía que decir. Vi como negó con su cabeza y luego salió de su habitación pegando un portazo.

— Eres tonta Maddison, eres tonta joder-me dije a mi misma mientras me sentaba en la cama.

Querido Daniel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora