Capítulo 1

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        Rebusco entre las pilas de objetos esparcidos por el suelo de mi habitación. Voy a llegar tarde. Viernes, después de haber sido puntual toda la semana, voy a llegar tarde.

-¡Ed! -grito desesperado. ¿Dónde rayos están? Salgo disparado a la sala de estar y me inclino sobre la barandilla-. ¡Ed!

Oigo el familiar sonido del motor de la batidora que se detiene y Ed aparece al final de la escalera, con un cuenco lleno de masa para tartas, me mira con expresión de cansancio, es un mohín al que me he acostumbrado últimamente.

-¡Las llaves! ¿Has visto las llaves de mi coche? –pregunto tan rápido como es posible.

-Están en la isla de la cocina, justo donde las dejaste anoche. –Pone los ojos en blanco y el y la masa para tartas vuelven a meterse en el taller.

Cruzo la sala a paso agigantados y encuentro las llaves de mi coche. ¡Bingo!

-Otra vez te salieron piecitos –murmuro para mí mismo, cojo los zapatos, el móvil, y el portátil. Bajo las escaleras y encuentro a Ed en el taller echando cucharadas de masa en varios moldes.

-Tienes que ordenar tu habitación, Adams. Parece que un huracán tomó vida ahí. –protesta.

Sí, mi organización personal es chocante, sobre todo teniendo en cuanto que soy arquitecto y que me pasó el día coordinando y organizando equipo de construcción, casas, edificios inclusos rascacielos que deben quedar perfectas. Paso por la robusta mesa de madera y meto el dedo en la masa para tartas.

-No puedo ser bueno en todo.

-¡Fuera de aquí! –Aparta mi mano-. Además, ¿para que necesitas el coche? –me pregunta mientras se inclina para alisar la masa. Mantiene la vista fija y el ceño fruncido en un gesto de concentración.

-Tengo una primera reunión en un rascacielos en el corazón de la ciudad. –Meto el cinturón por las trabillas de mi pantalón, arreglo mi camisa azul marino dentro de mis pantalones, los pies en los zapatos marrones tostados a juego con el cinturón y me miro en el espejo de pared.

-¿No ibas a limitarte a esta zona de ciudad? –pregunta.

Peino mi cabello negro unos segundos uso un poco de fijador y logro contener el desastre de meterme a la cama con el cabello mojado. Mis ojos castaños oscuros parecen cansados. Sin duda es el resultado de madrugar y trasnochar.

Solo hace poco más de un mes que vine a vivir a casa de Ed, después de haber roto con Ryan. Nos estamos comportado como unos adolescentes. Mi hígado pide una pausa a gritos.

-Sí, esa zona de la ciudad es territorio de Steven, no sé porque debo ir yo hasta allí. –Le doy a Ed un beso en la mejilla-. Esto no será divertido lo sé. ¡Te quiero!

-Sí, la fiesta de lanzamiento será divertida. Hasta luego. –Ed se ríe sin levantar la vista de trabajo.

-Lo será siempre que no olvides tus modales.

A pesar de que llego tarde conduzco mi pequeño auto hasta mi oficina con el cuidado de siempre. Me acuerdo porque siempre vengo en metro. Tardo demasiado en encontrar un buen sitio para aparcar.

Entro en la oficina como una exhalación y miro el reloj. Las ocho y cuarenta. Solo diez minutos, no es tan terrible como pensaba. Paso junto a las mesas vacías de Paul y de Olivia de camino a la mía. Echo un ojo hasta el despacho de Steven. Saco el portátil y veo la pila de trabajo que me espera.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora