Capítulo 16

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Jason.

El paso decidido de mis pies sobre la cinta de correr es rítmico y constante el sonido estridente de Justin Timberlake que sale del iPhone queda amortiguado por los rápidos latidos de corazón bombeando a toda máquina. Ese bombardeo me dice que estoy vivo, ya no necesito correr hasta no sentir las piernas para saberlo.

Acelero, mi respiración se nota trabajosa, el sudor corre por mi pecho desnudo. Mientras miro el reloj del spa de <El cielo> suelo correr muy temprano por la mañana pero no me ha dado tiempo. He pasado la noche con Adams y debo mantener mi ritmo de lo contrario pasara de mí. Y buscara alguien más joven. Lo recuerdo. Es hermoso. Nunca me había sentido así. Yo; Jason Miller colado por un niñato. ¡Joder! Supe que tenía que ser mío desde el momento que entro en la oficina con voz temblorosa. Observo la manecilla del reloj. Dos minutos más. Aguanta dos minutos más.

Incluso cuando la maquina se ralentiza oprimo el botón de más para acelerar el ritmo nuevamente. Ahora mismo mi ego me impide parar. Un kilómetro más, inspiro con fuerza por la nariz me seco con un gesto brusco el sudor que me cae en la frente bajo la mirada a la pantalla de la cinta y compruebo la distancia. Veinticuatro kilómetros. Hecho.

Golpeo el botón con el puño y dejo que la máquina disminuya el ritmo. Me arranco los cascos de las orejas y agarro la camiseta para secarme con ella la cara.

-Ayer lo hiciste en menos tiempo, cabrón testarudo.

Mi paso se ralentiza hasta detenerse y me cojo a los lados dejando caer la cabeza mientras recupero el ritmo de la respiración.

-Que te jodan Cliff –consigo resollar volviendo la cara hacia uno de mis amigos más antiguos.

La sonrisa engreída de Cliff, que deja ver sus dientes en todo su esplendor, hace que me entren ganas de arrancársela de un puñetazo.

Se ríe grave y estruendosamente, y me lanza una toalla al pecho.

-¿Aún no lo asimilas o qué?

Me bajo de la cinta y me seco el pecho empapado antes de tirarle la toalla de vuelta.

-No sé de qué hablas.

Miento, se perfectamente de lo que habla el muy cabrón, y ya estoy hasta las narices de que me machaquen con el tema.

Camino hasta la fuente de agua fría, Cliff me sigue.

-Adams, te sienta bien.

Pongo los ojos en blanco y cojo un vaso plástico para ponerlo bajo el grifo.

-¿Querías algo?

Más risitas entre dientes a mi espalda mientras engullo el agua y me giro para mirar al capullo engreído. El muy cabrón también ha empezado una aventura con un niñato, pero él no sale en las noticias ni lo machacan con el tema. ¡Joder! Recuerdo que nadie sabe.

-Los de relaciones públicas empezaran a machacar con el tema dentro de unas horas. –Digo rellenando el vaso-. ¿Podrás encargarte?

-No hay problema.

-Gracias.

Al entrar al piso de Adams encuentro a Ed andando en bóxeres y una camiseta de tirantes de andar en casa. Siento que me cabreo, detesto que se ande así por casa cuando comparte piso con Adams. ¡Joder! No debería cabrearme. Me mira, me hace un gesto con la cabeza y se lo devuelvo. Mi humor acaba de cambiar.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora