Capítulo 2

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-Jason, el Sr. Mason, Lusso Union –Anuncia el rinoceronte-

-Perfecto. Gracias, Scott.

Me sacan de mi estado de admiración y paso directo al estado de alerta. -El detective que llevo en mi toma su gorro y su gabardina a juego, se la coloca y toma una lupa- mi espalda se tensa.

No puedo mirarlo el enorme cuerpo delante de mí lo tapa. Pero esa voz áspera y suave hace que me quede petrificado en el sitio y sin duda no parece provenir de un <señor rico de setenta años fumador, obeso y que lleva gabardina>.

El rinoceronte, bueno Scott, ahora sé cómo se llama, se aparta y me deja echarle un primer vistazo al señor Jason Miller.

Dios mío, el corazón me golpea el esternón y mi respiración alcanza velocidades de advertencia. De repente me siento mareado con las palmas de la mano sudadas y mi boca ignora cual orden de mi cerebro para que, al menos diga algo. Me quedo ahí parado sin más, mirando a ese hombre mientras el a su vez me mira a mí. Su voz ronca me ha dejado de piedra pero verlo... en fin me he quedado ahí tembloroso e incapaz de dar señales de inteligencia.

Se levanta de la silla y mi mirada lo sigue hasta que queda completamente de pie.

Es muy alto. Lleva las mangas de la camisa blanca recogidas, pero conserva la corbata gris, aflojada, colgando delante del ancho tórax.

Rodea el enorme escritorio y camina despacio hacia mí, es entonces cuando recibo el verdadero impacto. Trago saliva. Este hombre es tan perfecto que casi resulta hiriente. Tiene el pelo rubio muy oscuro y parece que se estuvo intentando arreglárselo pero de alguna forma desistió, sus ojos verdes pardusco, pero brillantes y demasiado intensos, una leve sombra el oscurece la mandíbula cuadrada pero no logra ocultar los hermosos rasgos que hay debajo. Esta ligeramente bronceado y tiene el punto justo de... Ay, Dios mío, es perfecto. ¿El señor del rascacielos?

-Sr. Mason. –Su mano viene hacia mí pero no consigo que mi brazo se levante y la estreche. Es guapísimo.

Cuando no le ofrezco la mano se acerca y me pone la suyas sobre los hombros; noto los latidos de mi corazón en los oídos y aunque es del todo inapropiado para una reunión de negocios, no hago nada para detenerlo. No doy una.

-Es un placer –me susurra justo delante de mí, lo cual sirve para sacarme un poco de mi trance, baja el rostro para ponerlo a mi altura. Me mira directamente a los ojos, y muevo mi cabeza.

-¿Se encuentra bien? –Pregunta con una de las comisuras de los labios levantada en una especie de sonrisa.

Salgo de mi ridículo estado inerte y de repente me doy cuenta que no he pronunciado ni una sola palabra, simplemente no he dicho nada. ¿Ha notado mi reacción ante él? ¿Y el rinoceronte? Miro alrededor y lo veo inmóvil, con las gafas todavía puestas. Sé que me está observando. Doy un empujón mental y retrocedo un paso lejos de Miller y su potente brazo, deja caer la mano a los costados.

-Hola –carraspeo para aclarar mi garganta-. Adams. Me llamo Adams. –Le tiendo la mano y se queda un momento pensando como si no tuviera no fuera seguro. Pero la estrecha... al final.

Tiene la mano un poco sudada como la mía, y le tiembla un poco cuando aprieta la mía con firmeza. Saltan chispas y una mirada de curiosidad revolotea por su increíble rostro. Ambos retiramos las manos, sorprendidos.

-Adams. –prueba mi nombre entre sus labios y recurro a todas mis fuerzas para no soltar un gemido ahora mismo. Este hombre debería dejar de hablar de inmediato.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora