Capitulo 12

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Meto mi camisa de manga larga negra de Ralph Lauren por dentro de mis vaqueros ajustados de Levi's y me sorprende ver lo fácil que es encontrar el cinturón negro a juego con mis zapatos Hoy estoy siendo muy ordenado.

-¿Puedes quedar después del trabajo? –Ed está en la puerta de mi cuarto.

-Claro, ¿Para qué?

-Tengo que entregar una tarta y necesito ayuda –dice

-Perfecto. Recógeme a final de la tarde.

Cojo un bolso de cuero negro de lacoste del armario recién ordenado y empiezo a guarda en el las cosas del bolso que llevaba la semana pasada.

-Muy bien.

Veo su reflejo en el espejo. Esta sonriendo con sorna.

-¿Qué? –pregunto a la defensiva.

-¿Qué has sabido de Miller?

Lo miro con recelo a través del espejo

-¿Ya has determinado su edad?

Me echo a reír.

-No. Cada vez que le pregunto termina mintiéndome. O diciéndome que me la dijo al conocerme. Claramente supone un problema para él.

-Bueno, el pobre esta con un jovencito de veinticinco años y todavía debe estar dando gracias por la suerte que ha tenido de haberte follado sin que supieras quién era. Tendrá treinta y tantos como mucho.

-Es solo sexo. –lo corrijo con voz poco convincente.

-Para él no lo es.

Dejo a Ed en la puerta, me dirijo a la cocina, me sirvo zumo de manzana y desconecto el móvil del cargador.

Ed llega a la cocina cuando estoy terminando con mi vaso, adoro el zumo de manzana. Sirvo dos vasos más le paso uno a él, me tomo otro yo.

-No hay nada mejor que un folleteo salvaje para superar una relación. Es tu clavo.

Suelto una carcajada. Sí, eso es justo lo que es. Pero este clavo es muy grande. Aunque superar a Ryan fue bastante fácil.

-Exacto –coincido-. Te veo después del trabajo.

Él se apoya en la barandilla y yo bajo la escalera.

-¡A las seis en punto!

Es una mañana de lunes como cualquier otra, pero lo raro es que hoy ha venido todo el mundo. Al menos uno siempre está fuera de la oficina, visitando a algún cliente o alguna obra en la que estemos trabajando. Estoy en la oficina con Steven poniéndole al día en la nueva casa de la señora Lemar.

-¿Le has preguntado alguna vez si quieren cambiar de estilo? Puede que sea eso lo que haga que la sienta como su hogar. Puede que ahorres una fortuna al señor Lemar –Ríe Steven-. Aunque yo no me quejo, claro. Por mi puede mudarse todo los años.

Frunzo el ceño.

-Steven no sé. Insiste que quiere todo moderno. Pero no lo sé. Creo que se aburre, es eso, o le encanta estar rodeada de obreros. –digo al tiempo que me echo a reír.

-Ah, pues puede ser –bromea también el-. Esa señora tiene unos setenta años. Quizá debería buscarse un amante joven. El señor Lemar tiene muchas jovencitas distribuidas por todo el mundo. Y lo se dé buena fuente. –me guiña un ojo y yo le sonrío.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora