Capitulo 17

1.6K 125 4
                                    

Suspiro, me tiembla hasta el cerebro, y sé que no seré capaz de ponerme de pie. Tengo la cara pegada a su magnífico pecho y aun siento sus palpitaciones dentro de mí. La resaca ha desaparecido pero se ha visto reemplazada por un agotamiento absoluto. Espero que no tenga prisa, porque no pienso moverme de aquí. Cierro los ojos y me relajo pegado a su cuerpo.

-Eres mío para siempre. –dice con dulzura mientras me acaricia la mejilla.

Abro los ojos y un torrente de pensamientos invade mi cerebro convaleciente, llevo cuatros días sin él. ¿Dónde estaba? Prefiero no preguntar. De todos modos, tampoco creo que me diera una respuesta. Soy consciente de que el sexo es increíble y de que me quiere precisamente por eso, cosa que no me importaría si no estuviera tan convencido de que se acabara antes o después. El sexo a este nivel es algo demasiado intenso. No puede durar eternamente. Acabará enfriándose y eso será todo. Pero, mi fuerza de voluntad es nula, no puedo resistirme a él.

Jason sale de mí lentamente y tira de mí para recomponerse me da un beso suave en los labios.

-¿Amigos? –pregunto, pegado a su boca.

-Amigos, cielo.

Sonríe.

-Me alegro.

-Yo también –dice con suavidad-. Mucho.

-¿Dónde te habías metido?

-Eso no importa, Adams.

-A mi si –replico sin agitarme.

-He vuelto. Eso es lo único que importa –me coge del culo y me acerca más a él. Si es vedad. Pero no por ello siento menos curiosidad. Y el hecho de que no quiera decirlo la aviva más ¿Dónde estaba?

-Dímelo –insisto

-Adams, olvidado –dice con voz severa.

Suspiro, me despego de su pecho y lo miro.

-Vale. Me voy a la cama.

Me besa los labios y no respondo.

-¿Tienes hambre ya?

La verdad es que si, el polvo de la resaca me ha abierto un apetito voraz.

-Muchísima. –Me levanto y me dirijo a mi habitación-

-¿Qué coño es eso? –farfulla.

-¿El qué? –me vuelvo para ver a que se refiere. Esta junto a mí en una fracción de segundo y me agarra conmocionado y vuelve a colocarme de espaldas a él.

-¡Esto!

Miro por encima de mi hombro y lo veo contemplándome el trasero con la boca abierta. Se refiere a los restos de los moratones que me hice en mi pequeña aventura en la parte trasera de la furgo. Por la expresión de sus ojos cualquiera diría que tengo una enfermedad de la piel. Pongo los ojos en blanco.

-Me caí en la parte de atrás de la furgoneta.

-¿Qué? –inquiere con impaciencia.

-Estaba sujetando la tarta en la parte de atrás –le recuerdo-. Me di un par de golpes.

-¿Un par? –Exclama mientras me pasa la palma por el culo-. Adams, parece que te hayan usado como balón.

Me echo a reír.

-No me duele.

-Se acabó lo de llevar tartas –sentencia-. Lo digo en serio.

-No seas exagerado.

Dice unas palabras ininteligibles, se arrodilla y me da un beso en cada nalga. Yo cierro los ojos y suspiro.

-Ya hablare yo con Ed. –añade y sospecho que lo hará de verdad.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora