Después de dos reuniones con clientes y de parar en la nueva casa del señor Müller en Holland Park para dejarle unas cuantas muestras, estoy de vuelta en la oficina escuchando cómo Steve despotrica de Irene. Es lo habitual los lunes por la mañana después de que haya soportado todo el fin de semana con su mujer y lejos de la oficina. La verdad es que no sé cómo el pobre hombre la aguanta.
Paul entra con una sonrisa de oreja a oreja y de inmediato sé que ha ligado durante el fin de semana.
-Cielo, ¡no sabes cuánto te eche de menos! –me da un beso sin llegar a tocarme y se vuelve hacia Steven.
-Ni se te ocurra Paul. –se protege con las manos. Paul pone los ojos en blanco sin ofenderse ni un poco.
-Buenos días, Paul –lo saludo con alegría.
-Esta mañana ha sido de la más estresante. El Sr. y la Sra. Cooper han cambiado de opinión por enésima vez. Y he debido cancelar todo. –Mueve la mano frustrado-. Me han puesto una estúpida multa, por no colocar la tarjeta del aparcamiento de residentes y, además me he enganchado el jersey nuevo en uno de esos horribles pasamanos que hay a la salida del Starbucks. –Se pone a tirar del dobladillo de su jersey rosa fucsia con cuello V-. Míralo cielo, agradezco a todo los cielos que eche un polvo anoche, de lo contrario estaría en el pozo de la miseria. –Me sonríe.
Lo sabía.
Steven se va negando con la cabeza, todos sus intentos por disminuir el amaneramiento de Paul hasta niveles más tolerables han fracasado. Se rindió.
-¿Una buena noche? –pregunto.
-Simplemente espectacular. Conocí a un hombre divino. Me llevara al museo de historia contemporánea el fin de semana que viene. Es Ingeniero en telecomunicaciones. Somos almas gemelas, estoy seguro.
-¿Qué ha pasado con el entrenador personal? –vuelvo a preguntar. Era su alma gemela de la semana pasada.
-Olvídalo, un desastre. Apareció el sábado en mi apartamento con DVD de Dirty Dancing y comida india para ambos. ¿Te lo puedes creer? ¿Un DVD? ¿En qué época cree que estamos?
-Me dejas de piedra –me burlo.
-Lo peor. No hace falta que diga que no volveré a verlo. ¿Y qué hay de ti, cielo? ¿Qué tal ese guapísimo compañero de piso tuyo –Me guiña un ojo. Paul no oculta que Ed lo atrae, cosa que a mí me hace gracia pero que incomoda a Ed.
-Está bien, sigue siendo mi compañero de piso y sigue siendo heterosexual.
-Que lastima. Promete que me avisaras cuando entre en razón. –Paul se aleja tranquilamente, retocándose el tupe rubio y perfecto.
-Sal, te mando por correo electrónico la factura por una consulta arquitectónica para el Sr Miller, ¿Podrías asegurarte de que se envía hoy mismo?
-Así lo hare, Adams. ¿Pago a siete días?
-Sí, gracias. –regreso a mi mesa y continuo casando colores. Alargo el brazo para coger el móvil cuando empieza a bailar por mi mesa. Miro la pantalla y casi me caído de la silla al ver el nombre en ella: <Jason> lo miro durante unos segundo. Pero ¿Qué mierdaaa...?
Yo no guarde su número, Steven no me lo dio, y, tras pasarle el proyecto el viernes ya no lo necesitaba. Decía en serio lo de que no pienso volver. Lo dejo sonar. ¿Qué querrá?
Camino al despacho de Steven a preguntarle si le ha informado al señor Miller del cambio de planes, pero entonces vuelve a sonar. Respiro hondo y contesto.
-Hola –respondo. Pataleo ligeramente, quería sonar seguro de mí mismo y en cambio el saludo solo como el de un niño de cinco años.
-¿Adams? –su voz ronca tiene el mismo impacto que la ves anterior. Pero al menos no puede mirarme y observar como tiemblo.
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Indomable - Mirame
ActionJason Miller un prestigioso empresario inglés acostumbrado a tener el control absoluto, consigue todo lo que quiere y a quien quiere con una sola mirada. Un hombre frío e impersonal. El mundo de Jason se desestabiliza cuando Adams Mason entra a su...