Capitulo 9

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    Mis sentidos cobran vida cuando Jason empieza a salir de mí levemente. Me quedo así tumbado con todo su peso encima de mí. Me encuentro en una auténtica nube y no quiero salir de ella jamás. Su respiración se normaliza y él se hunde más en mi cuello.

-Me quedaría así tumbado toda la vida. –suelta un suspiro y lo noto sonreír.

No, no, no. Se supone que es solo sexo.

-Ahora que ya hemos aclarado algunos asuntos. –me dice al tiempo que se recompone coloca las manos en mi pecho y apoya su cara en mí y me observa. Bajo la mirada y me encuentro con una mirada juguetona.

-¿Alguno asuntos? –inquiero con sarcasmo.

-Sí, solo algunos, cielo. –me mira divertido.

Tira de su cuerpo, se recompone y rebusca con la mirada sus bóxeres. Los toma y yo sigo tumbado en el sofá. Hago ademan de taparme con un cojín que esta junto a mí y me observa de mala gana. Me levanto y camino hasta la isla de la cocina tomo mis bóxeres y me los coloco también.

Siento su mirada pegada a mi cuerpo. Sigue todos y cada uno de mis movimientos como un león vigilando a su presa. Es impresionante. Me vigila como si temiera que fuera a huir en cualquier momento. Ahora mismo no tengo la fuerza suficiente para emprender una huida sería demasiado esfuerzo. Estoy agotado y recién follado.

Apoyo los brazos en la encimera y me inclino un poco. Lo observo. Es perfecto. Lo observo de arriba, abajo. El peso de su cuerpo hace que los músculos de sus piernas sean imponentes, es impresionante, no lleva un vello en ellas. Ni en todo el cuerpo. El bulto que se marca por encima de los bóxeres me deja sin habla, trago saliva. Tiene la V marcada y un duro abdomen lo acompaña, una gota de sudor aun le recorre el abdomen yo la sigo con la mirada y me encuentro de nuevo con su entrepierna. Vaya mierda. Pienso. Y como si fuera un acto reflejo no puedo evitar sonreír. Subo la mirada y me encuentro con sus ojos verdes que me estudian.

-¿Te gusta lo que ves? –me observa con detenimiento.

-He visto mejores –digo burlón.

Sonrío.

-Pasa la noche conmigo –me suelta de golpe.

¿Qué? No, no, no. Solo he venido a follar. Mierda, no.

Mi reacción no debe haberle pasado inadvertida. Se acerca a mí con cautela por los cristales rotos en el suelo. Cuando esta junto a mí me toma de la barbilla y nuestras miradas se encuentra. Escucho los latidos de mi corazón golpear mis odios.

-Por favor, cielo. Pasa la noche conmigo –dice con un tono casi inaudible.

Yo claudico. No puedo articular palabra. Y asiento.

El me muestra una sonrisa amplia se le arrugan los ojos.

-¿Cuántos años tienes? –digo de golpe.

-Ya te lo dije cuando nos conocimos. –sonríe.

-¡No me jodas Miller!

Pongo los ojos en blanco. Si él tiene veintiuno yo soy la madre teresa. Sonrío para mis adentros después de lo que acaba de pasar. Eso es poco probable.

-Adams, por favor. –me advierte.

-¿Qué?

-Que no hace falta que hables así. Odio que digas palabrotas.

Indomable - MirameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora