Capítulo:42

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Me había enamorado por primera vez, había besado por primera vez y me habían roto el corazón dos veces

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Me había enamorado por primera vez, había besado por primera vez y me habían roto el corazón dos veces...y como si fuese un déjà vu, de nuevo me encontraba en mi departamento, con el culpable de esas primeras veces, de pie frente a mí, sin saber qué hacer ninguno de los dos. Sólo allí, mirándonos como idiotas.

Cuando volvimos al departamento de mi hermano oímos silencio en el, la puerta estaba entre abierta, ingresamos algo nerviosos a la espera de la reacción de Thiago por el lío que se había armado anteriormente, pero apenas asomamos nuestras cabezas vimos a mi sobrinita dormida en su coche al costado de la mesa y a mi cuñada muy acaramelada con mi hermano en medio de la habitación. Naza y yo nos miramos y reímos.

Naza carraspeo su garganta para llamar la atención. Los tortolos se despegaron risueños, parecían adolescentes, aunque me alegró que se hayan reconciliado.

─Nosotros...veníamos a por nuestras cosas ¿no?─ Naza sin saber qué más decir me miró. Yo asentí cómplice. Mi hermanito y su novia merecen privacidad.

─Pues sí, sí, nos vamos...tenemos que hacer...cosas.─ me puse súper nerviosa, de inmediato tomé la campera de Naza y lo vi a él agarrar mi bolso cómo si tuviésemos prisa.

─Me hablas, bella, llámame...─ los ojos de Rosy me hacían entender que en realidad quería decir: ¿Qué carajos pasa entre ustedes?

─Nos vemos, idiota, que sea la última vez que faltes el respeto en ésta casa...─ Thiago hablaba serio, Naza asintió y tragó duro. No hubo abrazo ni apretón de manos entre ellos.

Ellos también deberían hablar.

Saludé a mi hermano con un fuerte abrazo y me susurró al oído "Aún quiero golpearlo" seguido de un "cuídate, enana".

Rosy también me susurro un "no te dejes convencer, que se arrodille a pedir perdón" cuando la abracé segundos antes de salir.

Salimos del departamento, bajamos las escaleras en silencio y al llegar a la vereda no sabía cómo despedirme, o qué decirle, quería preguntarle tantas cosas pero ¿cómo empezar...?

─Deya...─ levanté mi vista del suelo ante su llamado─ ¿Tienes en qué ir a casa?

No, no tengo.

─Yo voy a llamar un taxi, no te preocupes...─ empecé a buscar el móvil en mi bolso.

─Te llevó...no es problema, en verdad.

─Bien, dale...

Acepte por el sólo hecho de que necesito respuestas y sólo él puede darlas.

Me sonrió levemente y señaló el auto. Ambos caminamos a el, me puse el cinturón rápidamente pues, ya saben, Naza no es muy bueno al volante.

Ya estábamos muy cerca de mi edificio, no quería hablar con él pero era el momento.

─Oye Naza...

DULCE POETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora